Una intervención en profundidad en la que probablemente sea la zona más emblemática de la ciudad supone un gran riesgo. Transformar una de las estampas tradicionales del casco urbano es garantía de controversia vecinal. A la vista de las primeras opiniones recogidas entre representantes de diferentes colectivos sociales, el resultado de la actuación desarrollada en la Marina es positivo, principalmente por la desaparición de los automóviles de la superficie de la gran explanada creada en el lugar.

La apertura de un espacio amplio y que no encuentra obstáculos hasta la línea del mar es el aspecto más destacado por todos los consultados sobre la reforma realizada, con la eliminación del tráfico y todas las incomodidades que genera. Pero también la mayor parte de estas mismas personas echan en falta una mayor presencia de zonas verdes en la explanada, ya que las áreas de césped instaladas y el escaso porte de los árboles parecen insuficientes para un área tan extensa como esta.

Las repercusiones de la reconducción del tráfico por los túneles o por otras vías de la ciudad son también mencionadas en el lado negativo de esta obra, ya que algunos estiman que debían haber sido previstas con anterioridad para evitar los problemas que ahora se producen. Los vecinos y comerciantes de la Ciudad Vieja son los más críticos con esta circunstancia, ya que tampoco pueden acceder a su barrio por la superficie de la Marina y además no disponen de estacionamiento para residentes o clientes de los establecimientos.

El colectivo vecinal es precisamente el que ofrece una opinión más negativa sobre esta remodelación, ya que a su juicio está orientada a favorecer a los establecimientos de hostelería ya existentes en el entorno y a los que se instalarán en el futuro, lo que considera perjudicial. Los comerciantes de Zona Obelisco apuntan por su parte a la necesidad de una reflexión sobre la conveniencia de que la Marina esté cerrada al tráfico todo el año y durante todo el día, ante los problemas que eso causa en otros lugares.