El examen del estado de la Torre de Hércules que se efectuó en 2010 permitió descubrir que dos de las cámaras en las que se divide el interior del edificio presentaban un deterioro que había hecho caer piedras de las bóvedas, así como de una de las paredes.

Este hecho motivó el cierre al público de ambos espacios, lo que no impide el acceso a la parte superior del faro y ahora el Concello y el Ministerio de Fomento licitan la reparación de esos lugares mediante una actuación que tendrá un coste de 200.000 euros y una duración de seis meses.

La documentación que acompaña a la licitación de las obras destaca que las cámaras existentes en el interior de la Torre son junto con los cimientos y la inscripción romana referida a la construcción del edificio las partes más antiguas que se conservan. Estas cámaras forman parte de la estructura interna y tuvieron que ser restauradas en diferentes épocas a causa de los agentes atmosféricos, así como por el abandono al que estuvo sometido el faro durante siglos, además de por la instalación de las actuales escaleras a través de las bóvedas levantadas por los romanos.

En 2012 ya fue restaurada otra cámara del interior y ahora se pretende hacer lo mismo con otras dos, una de las cuales, denominada 0D, está situada en la planta baja, mientras que la 2D se halla en la segunda. El objetivo es abrirlas de nuevo al público mediante la estabilización de sus muros y bóvedas, así como la reposición de las juntas en las fachadas y la extracción de las sales acumuladas sobre la piedra, el mismo método aplicado con éxito en 2012 en otro de estos espacios.

En ambas cámaras se aprecia un deterioro del opus caementicium, el material de construcción utilizado por los romanos que se asemeja al actual hormigón, formado por una masa de mortero y piedras con la que era posible levantar bóvedas.

La cámara 0D presenta pocas modificaciones con relación a su estructura original, pero los técnicos han localizado una elevada concentración de sales y cambios de color generalizados en la superficie de las paredes y la bóveda, además de manchas causadas por el hierro de los tubos usados para las conducciones eléctricas, además de un grafiti situado bajo la ventana. A estos daños se suman la caída de escamas del granito, grietas y aparición de huecos que hacen necesaria una intervención en este espacio.

En la cámara de la segunda planta hay una concentración de sales importante en la bóveda y cambios de color en los muros, así como las mismas manchas de hierro causadas por los tubos por los que iban los cables eléctricos. El viento es el origen de las cavidades aparecidas durante la época de abandono del faro, y también existen grietas, fragmentación de materiales y un grafiti inscrito mediante una incisión.