Una empresa trabaja al fin en la reparación del embarcadero del castillo de San Antón, dos años después de resultar dañado por los temporales. Los trabajos en el monumento, Bien de Interés Cultural, están supervisados arqueológicamente, al tratarse de una estructura antigua.

Compuesta íntegramente por sillares de granito, la actuación, contratada por el área de Infraestructuras, es compleja, tanto por el valor patrimonial del conjunto, como por la necesidad de una grúa especial para levantar las pesadas piedras que lo componen y porque su horario está condicionado por las mareas (los obreros trabajan con neopreno). Las obras empezaron hace un mes y, si el tiempo lo permite, concluirán en dos semanas.

Las ciclogénesis del invierno del año 2014 afectaron a esta pequeña dársena del castillo posiblemente, sostiene el diagnóstico previo a la rehabilitación, también porque ya había piezas movidas por el efecto del mar a lo largo de los años.

La recuperación del embarcadero requiere que se desmonte pieza a pieza para después volver a construir la estructura. Intervienen, además de los obreros y un cantero, una restauradora y técnicos municipales de arqueología e Infraestructuras.

El embarcadero es historia de la ciudad. En 1776, el ingeniero militar Antonio López Sopeña planeó la gran reforma de las instalaciones situadas sobre el islote de San Antón. El resultado de la intervención dejó al castillo casi como se conoce hoy, según afirma el historiador José Ramón Soraluce en un monográfico sobre la antigua fortaleza. Entre otras obras, los planos del ingeniero incluían la construcción de este pequeño muelle anexo, así como la Casa del Gobernador, un pequeño palacete de estilo neoclásico que funcionó como cuartel y vivienda de diversos personajes ilustres y hoy acoge la parte del museo referente a la historia medieval y moderna de la ciudad coruñesa. El embarcadero sufrió modificaciones a lo largo del tiempo, también en el siglo XX, como revelan algunos de los materiales que se encuentran en la estructura.