Su relación ya no era buena y, para ahondar en la herida, se metió una mujer por medio. Carlos Negreira era el virtual candidato a la Alcaldía para 2007 del PP. Fernando Rodríguez Corcoba resistía los envites de la cúpula de su partido como portavoz popular en el Concello. Y entonces llegó ella. Ana Botella, en aquel momento concejala de Servicios Sociales en Madrid y esposa del expresidente Aznar. Aquella jornada de hace diez años fue la perfecta escenificación de que los dos políticos conservadores, definitivamente, no se soportaban.

Les faltó partirla por la mitad, hablándole en estéreo ubicados a sus flancos para no salirse de una sola fotografía. Corcoba había acudido al aeropuerto en el coche oficial que el Concello había puesto a su disposición para recoger a la edil y futura alcaldesa madrileña. Inusitadamente, el Gobierno local de Javier Losada había delegado en Rodríguez Corcoba el honor de ser el anfitrión de Ana Botella, que acudía a la ciudad para participar en el primer congreso de Servicios Sociales Municipales, celebrado en Palexco. Puso a disposición del concejal popular un automóvil municipal. Y en la recepción apareció Negreira.

Hasta el aeropuerto viajó Corcoba, que se encontró allí a quien menos se esperaba encontrar en la terminal, el candidato al PP a la Alcaldía de A Coruña, cuyo nombramiento le había forzado a presentar una candidatura independiente. Negreira, que acababa de llegar a la ciudad para asaltar el Gobierno local -no lo conseguiría hasta cuatro años más tarde-, se afanaba en tejer su aún débil liderazgo entre los populares coruñeses y en aparecer en el máximo número de fotografías posibles para superar el desconocimiento que tenían la mayoría de los vecinos de su figura.

Advertido por el PP, Carlos Negreira también se presentó en Alvedro acompañado por un séquito de dirigentes populares de la facción opuesta a la de Rodríguez Corcoba. Entre ellos, el diputado en el Congreso Antonio Erias y el concejal Eduardo Lamas, que tenía una relación nula con su portavoz.

La duplicidad de escolta fue tan surrealista que había dos automóviles: el oficial del Ayuntamiento y el de la escuadra negreirista. Al final, decisión salomónica. Ganó Rodríguez Corcoba pero el hombre de Romay Beccaría se subió al coche del Ayuntamiento (a un automóvil oficial sin ser aún ni concejal de la oposición). Ya en A Coruña, cortejaron a Botella por los románticos jardines de Méndez Núñez. Nadie quería salirse del marco. Si ella se paraba, ellos también. Si ella hablaba por teléfono, ellos también. Si ella se reía, ellos más. Eso sí, sin cruzar palabra. Solo un mes más tarde, Rodríguez Corcoba dejaba el partido y quedaba como concejal no adscrito, acusando al PP de "despreciar", no solo a su persona, sino a los coruñeses que lo habían votado.