Una vez más, feliz sustitución: Martín Brabbyns, el director previsto, fue reemplazado por Rumon Gamba, que realizó un espléndido concierto, siendo enormemente aplaudido por el público y por los profesores de la orquesta. El australiano Brett Dean (1961) compuso la obra concertante para trompeta y orquesta (2013) con destino al trompetista sueco, Hardenberger. No resulta nada sorprendente porque se trata de un virtuoso de primerísimo nivel. Su versión de la obra, erizada de dificultades, admirable. Y su bis, My funny valentine, de Gershwin, utilizando una de las sordinas y con un sutilísimo hilo de sonido, resultó maravillosa; el público mostró un gran entusiasmo. La obra concertante, dispone de un hilo argumental que evoca a Prometeo, a la Heroica de Beethoven, al superhombre de Nietzsche, e incluso a Superman. Aunque el subtítulo alude a una pluralidad de héroes ("los personajes del drama"), en apariencia solo hay uno al que, en el primer movimiento, contemplamos caído; oímos monologar dentro de un reiterativo soliloquio, en el segundo; y vemos erguirse victorioso al escuchar una marcha triunfal en el tercer tiempo. Todo ello en algo más de treinta minutos y mediante la utilización de un poderoso orgánico que exige además el desplazamiento de dos trompetas y uno o dos trombones hacia los lados del escenario. Hubo muchos aplausos y hasta cuatro salidas del solista, Pero esas muestras de aprobación, ¿eran para el trompetista, para la orquesta, para el director, para la obra? La sinfonía de Walton gana cuanto más se la escucha; hay mucho de Sibelius en esta partitura. Aquí se la habíamos oído a la OSG el 11 de marzo de 2005; y, a pesar de una dirección extraordinaria de Justin Brown, creo que esta versión fue superior. Rumon Gamba se desmelenó dirigiéndola. Un veterano aficionado decía con razón que en vez de inglés parecía mediterráneo. Desde luego, el apellido indica raíces italianas.