Brillante colofón de la Sociedad Filarmónica en una temporada nada fácil. Es de justicia consignar que la administración de los recursos -más bien escasos- se ha hecho con un rigor y un acierto admirables y se ha conseguido un notable nivel de calidad en los conciertos ofrecidos. Ello no quiere decir que las instituciones no deban mostrarse más generosas en subvencionar a una asociación centenaria que honra a la ciudad donde tiene su sede y a la comunidad autónoma donde se inscribe. No podemos perder la alta calidad media de la programación que ha caracterizado las últimas temporadas. Por lo que hace al concierto, debemos recordar también que Il Giardino Armonico realiza una gira en España que abarca solamente tres lugares: A Coruña, Oviedo y Madrid. No es la primera vez que nos visita este espléndido grupo de cámara y su director, Antonini, un músico de primerísimo nivel. Ofrecieron un concierto signado por la belleza y altura artística del repertorio y la calidad de la ejecución. Destacaron, sobre todo, la Sonata en La menor, de Alessandro Scarlatti, para flauta, dos violines y bajo continuo, que puso fin a la primera parte y provocó una encendida salva de aplausos; y también los dos grandes conciertos de Vivaldi, intitulados La notte (RV 104) e Il gardellino (RV 90). Antonini puso en valor toda la hermosura del primero con la flauta, y realizó con el flautín de manera magistral las ornamentaciones del segundo, que imitan el canto del ave que da nombre a la preciosa partitura: el jilguero. El público manifestó un enorme entusiasmo tras la audición de este notable concierto vivaldiano que cerró el acto musical.