"Las condiciones de habitabilidad están muy por debajo de los estándares mínimos reconocidos por el Comité Hábitat de Naciones Unidas, con graves problemas de salubridad y salud que afectan negativamente a la población y a las condiciones medioambientales del entorno. Todo esto supone una situación de emergencia humanitaria". Este párrafo resume en el plan que tiene en cuenta el Gobierno local para combatir la precariedad de las viviendas en los asentamientos el lamentable estado en que se encuentra el poblado de A Pasaxe.

Accesos difíciles, esqueletos ruinosos de plantas industriales como la de Jabones La Toja, riesgos contaminantes por manipulación de chatarra o por la única conexión a la red de saneamiento procedente de las antiguas naves y chabolas pequeñas rodeadas de trastos y suciedad forman parte del escenario diario en el que conviven 120 residentes, entre ellos 38 menores.

El asentamiento perdura desde los años ochenta a orillas de la ría coruñesa. La falta de espacio y de protección contra los agentes climatológicos externos son factores de riesgo de enfermedades respiratorias. Algunas familias fueron realojadas en los últimos años, otras regresaron o se desplazaron a otras zonas precarias. Diez son de etnia gitana, el resto de origen portugués, apunta el informe.

La actividad laboral con la que subsisten las familias se apoya en el marisqueo, la chatarra y las atracciones de feria. Al igual que residentes en As Rañas, parte de la población participa en el plan de inserción laboral Mulleres Colleiteiras de gestión de aceite doméstico como alternativa de autoempleo. Desde junio de 2015 pesa sobre el poblado una sentencia del TSXG que obliga al Concello a desalojar a los chabolistas mientras duren los trabajos de derribo de la antigua nave de La Toja, sobre los que de momento no hay ninguna previsión.