A Coruña vivió hace un año un vuelco electoral y político que muchos no habían visto venir apenas dos meses antes. La Marea Atlántica completó el 24 de mayo de 2015 el proyecto que había comenzado a gestarse en reuniones informales entre compañeros de activismo y que había crecido en asambleas con decenas de vecinos en los barrios, con los encuentros en Las Esclavas como símbolo de esa confluencia. Después de meses en los que muchos los ningunearon, incluso cuando la campaña electoral aventuraba ya el cambio, la Marea alcanzó el poder local en A Coruña e introdujo aires nuevos en la política municipal. En su primer año, el Gobierno de Xulio Ferreiro ha dado muestras de ese cambio que proclamaba, con ejemplos en las nuevas vías de participación vecinal en la vida pública, la revisión de los impuestos, el cumplimiento de la ley de memoria histórica y la reformulación de proyectos estratégicos como la urbanización de los muelles y la ampliación de Alfonso Molina. Otras promesas electorales han evolucionado con más lentitud, como la renta social municipal y la reforma del reglamento de participación. También el presupuesto municipal ha encallado. Los enfrentamientos con la oposición, fundamentalmente con el PSOE, llamado a ser su socio preferente, han obligado a desviar esfuerzos a disputas en muchos casos estériles. Reconducir esa relación, una tarea en la que tanto Marea como PSOE deben dar pasos en firme, permitirá al Gobierno intensificar la ejecución del programa por el que le votaron los coruñeses y que convenció al PSOE para permitir su investidura.