La profesora Irene Pan, del colegio Francisco Vales Villamarín, en Betanzos, lo tiene claro. Los deberes ayudan a fijar conocimientos, a coger hábitos de estudio y a gestionar el tiempo, aunque defiende que la fórmula no funciona con todos los estudiantes. "Las tareas tienen que estar adaptadas a las necesidades de los niños", explica Irene Pan.

Eso no quiere decir que los profesores tengan que poner ejercicios diferentes a cada uno de los alumnos, sino de "tres tipos": "uno para la mayoría de la clase, otro para los niños con altas capacidades y otro para los que tienen necesidades especiales", comenta Irene Pan.

Cree que las tareas escolares, en algunos casos, se han convertido en un eje diferenciador entre los alumnos, ya que los que tienen un menor nivel socioeconómico pueden llegar a ver su rendimiento resentido. "Los profesores tienen que saber qué tareas le pueden poner a cada niño y cuál es su situación en casa", comenta la profesora. Y es que, no todas las familias están en condiciones "de comprar un ordenador" para que los pequeños puedan hacer sus tareas ni todos los padres tienen el nivel suficiente para ayudarles con los deberes o para mandarles a clases particulares.

"Los deberes son buenos, pero en su justa medida", concluye Irene Pan, ya que, unas tareas que sobrecarguen al niño pueden producirles el efecto contrario.

La presidenta de la Confederación Galega de Asociación de Nais e Pais de Centros Públicos (Confapa-Galicia), Helena Gómez, sin embargo, defiende que el tiempo de estudio está en las aulas y que, fuera de ellas, la vida para los alumnos debe ser otra. "El niño tiene derecho al juego y a su tiempo de ocio, así lo recogen los derechos del niño", explica Gómez.

Se muestra partidaria de que los pequeños adquieran conocimientos y hábitos relacionados con el estudio a través de otros métodos, como los juegos. Defiende Gómez que esto ha de cambiarse "desde la Administración", así lo expusieron en la mesa redonda que cerró ayer las jornadas sobre los deberes escolares que organizó el Grupo de Investigación en Psicoloxía Educativa (Giped) en la Facultade de Ciencias da Educación.

Junto a ellas, en la mesa, estuvieron también el director del colegio plurilingüe O Ramo, Benigno Sánchez, y el catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Oviedo, José Carlos Núñez, que, si bien cree que las tareas bien puestas son necesarias, defiende que son "una carga" si no están bien aprovechadas.

Núñez cree que los deberes antes eran "una obligación" y que nadie se planteaba "no hacerlos". Para Helena Gómez, las tareas obligatorias tienen que ser ya parte del pasado. "Nos oponemos a los deberes obligatorios, que si los niños no los hacen puede suponer una bajada de la nota o que tengan que dar explicaciones", comenta Helena Gómez, que defiende que el aprendizaje no puede ser igual en 2016 que "hace 50 años", basándose en "la repetición" de lo que aparece "en el libro" y generando desigualdades entre los niños que pueden asistir a clases particulares y los que no tienen ayuda para hacer sus deberes.

Para que los conocimientos se instalen en los pequeños, dice Helena Gómez, que no es necesario que se pongan a hacer ejercicios en casa de todas las materias sino que la atención que les prestan los profesores en clase sea mejor. Eso, sin embargo, aclara que no pueden hacerlo con el actual sistema que les permite tener a 25 alumnos en una misma clase, cada uno con sus necesidades.

"La escuela pública debe ser inclusiva y debe apostar por que no se noten las diferencias socioeconómicas de los alumnos", explica Helena Gómez.

El papel de moderador, en esta última jornada formativa para profesores y familias, lo ejerció el catedrático de Psicoloxía Evolutiva e da Educación da Universidade da Coruña y coordinador del Giped, Antonio Valle. Está en contra que es "mejor hacer deberes que no hacerlos" aunque cree que no siempre dedicarle más tiempo implica mejores resultados académicos.