La hijastra de un hombre de 79 años enfermo y el hijo de ella fueron condenados por maltratarlo. Los tres residían en un piso propiedad de la víctima situado en el Agra do Orzán. Los procesados no aportaban "dinero ni trabajo" a la convivencia, según relata el juez. "Tenían como única finalidad el doblegar la voluntad del afectado para reducirlo a un cajero automático que produjese la pensión mensual y el resto del mes estuviese sometido totalmente a su voluntad. No puede describirse mayor grado de crueldad y deshumanidad", señala el magistrado del Juzgado de lo Penal número 2 de A Coruña, quien impuso a cada uno de los imputados dos años de cárcel y la prohibición de comunicarse y aproximarse a la víctima durante tres años. Los acusados no ingresarán en prisión porque carecen de antecedentes penales.

El juez resalta en el fallo que el hombre renunció a cualquier indemnización que pudiera corresponderle por estos hechos. "Con su denuncia lo único que reclama es que los dos acusados le dejen vivir los últimos días que le quedan en paz. No reclama nada. Simplemente no quiere que se le acerquen", describe. El perjudicado acudió en tres ocasiones a pedir ayuda a Servicios Sociales, pero como se negaba a denunciar, no se la pudieron prestar. Las asistentas sociales que testificaron en la vista afirmaron que el septuagenario estaba "triste, asustado y preocupado únicamente por no volver a tener contacto con sus agresores".

Los condenados intentaron culpar a su familiar durante el juicio por no haberlos denunciado. "Bastante triste es que hubiese aguantado durante tantos años y les hubiera dado oportunidades para cambiar y que hubiese intentado conseguir ayuda sin denunciar", asevera el juez, al tiempo que manifiesta que al final puso los hechos en conocimiento de la Justicia "porque la situación era insostenible".

"Estaba hundido y necesitaba huir del infierno en el que vivía. Si no denunció antes fue por miedo", especifica el titular de Penal 2 en la sentencia, en la que considera probado que los acusados le hicieron pasar a la víctima "por una tortura". Así, señala que entre 2009 y 2014 le profirieron "numerosos insultos" y le dispensaron "un trato amenazante", llegando a crear "un clima de auténtico terror". En junio de 2014 lo echaron de su propia casa. Un vecino alertó al 092 porque lo vio llorando en la calle. Los vecinos del inmueble corroboraron la versión de la víctima.