La ría de O Burgo está cerrada desde ayer y hasta que los moluscos estén libres de la toxina lipofílica que les afecta, según consta en el último parte del Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño de Galicia. Los mariscadores trabajaron en la zona este miércoles y tenían marcada su vuelta a las aguas de A Pasaxe el 2 de junio, que es cuando las mareas son, de nuevo, buenas para la extracción de bivalvos de la ría.

El presidente de la Agrupación de Mariscadores a Pé del estuario de O Burgo, Andrés Pena, explica que estos cierres no tienen una duración definida, "tanto pueden ser de un mes y medio como de una semana", así que hay que "esperar a que la toxina se vaya de la misma manera en la que entró".

Es el segundo cierre que sufre el estuario solo en este mes. El 20 de abril se cerró la ría al marisqueo, la toxina dejó de aparecer en los análisis el 30 de abril pero justo ese día, los mariscadores conocieron que los límites de hidrocarburos en los moluscos eran más altos de lo que permite la normativa. Fue por ese motivo por el que ya no pudieron bajar a faenar y encadenaron un cierre con el otro. El 19 de mayo reanudaron su actividad, aunque tan solo durante unos días, ya que desde ayer está paralizada hasta que los resultados de contaminantes estén dentro de los límites legales. Los mariscadores perdieron en lo que va de año doce días de trabajo. Son doce jornadas valoradas en 50.000 euros, casi todas ellas por un repunte en el nivel de hidrocarburos ya que cada uno de los mariscadores -son medio centenar con carné para faenar- preveía ingresar entre 80 y 90 euros cada jornada de trabajo.

Los días perdidos podrán recuperarlos al meterlos de nuevo en el plan de explotación en una época en la que la ría no esté cerrada por hidrocarburos ni por toxinas. Los mariscadores, sin embargo, creen que no conseguirán ingresar más de la mitad del dinero perdido, ya que los días de veto coincidieron con mareas muy buenas, en las que el agua sube y baja mucho y los profesionales pueden faenar durante más tiempo y en más superficie.

La presencia de toxinas en esta época del año, en la que empieza a hacer calor y las aguas suben su temperatura es común, no lo es, sin embargo, el alto nivel de hidrocarburos, según los trabajadores del estuario.