Hubo un tiempo en que nadie en la dirección del PSdeG movía un dedo sin mirar de reojo la reacción de los compañeros en A Coruña. Aquella "ciudad-estado" de la que presumía Francisco Vázquez era la fortaleza desde la que este poliédrico alcalde ejercía como verso suelto del partido a base de salidas de tono que los suyos despachaban con un "cosas de Paco". Pero el aplastante apoyo de los ciudadanos le daba licencia para patalear y también para garantizar su cuota de poder en la vida interna e institucional de la formación.

Durante buena parte de los 90, fue Vázquez quien ocupó el sillón de la secretaría general de los socialistas gallegos y, cuando lo dejó, desde A Coruña continuaron urdiéndose, en ocasiones sin éxito, las batallas internas por controlar el aparato del partido, como la que enfrentó en 1998 a Miguel Cortizo, apadrinado por Vázquez, contra Emilio Pérez Touriño, que acabaría ganando la partida. Extramuros, el regidor socialista también presumía de influencia en la política estatal como presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), cargo que durante años compatibilizó con su acta de diputado en el Congreso, pasando más tarde a senador.

Tras su destierro como embajador de España al Vaticano, el peso del socialismo gallego ha ido basculando desde el norte hacia el sur. La única mayoría absoluta del partido en las urbes de Galicia -y de España- se encuentra actualmente en Vigo y su alcalde, Abel Caballero, es ahora quien preside la FEMP y quien marca el contrapunto interno a la dirección del PSdeG, encarnada hoy en la figura de Pilar Cancela, que encabeza la Comisión Gestora del partido.

El meteórico ascenso del vigués ha ido parejo a la caída de sus compañeros coruñeses, que desde 2003 han pasado de contar con 14 concejales a ser tercera fuerza en las municipales de 2015, con solo seis ediles. Las últimas generales tampoco han traído buenas noticias para la secretaria general local, Mar Barcón. Por primera vez en años, su agrupación ha quedado sin senador en Madrid, arrebatándole la plaza un antiguo compañero de viaje que cambió el carnet del PSOE por el de En Marea: José García Buitrón. Sí se logró la presencia de un coruñés en el Congreso, con la entrada de Ricardo García Mira, si bien sus simpatías se sitúan lejos del entorno de Barcón.

A nivel interno, los últimos pulsos de la secretaria general local tampoco han reportado alegrías. El PSOE coruñés perdió en la resaca de las municipales su batalla con la dirección provincial, al ser incapaz de situar a ningún concejal de la ciudad en el pleno de la Diputación, pese a ser A Coruña el municipio más poblado de la circunscripción.

Este fin de semana, en la última oportunidad para mejorar su status a la vera del caballo ganador, tampoco ha podido descorchar el cava. Tras años de enfrentamientos, Barcón enterró el hacha de guerra y ofreció su apoyo como aspirante a la Xunta a José Luis Méndez Romeu, apadrinado por Caballero como alternativa a Xoaquín Fernández Leiceaga, Xocas. Con un discurso más favorable a un diálogo con las Mareas y respaldado por la gestora, fue este último el elegido por los afiliados para liderar la batalla por la Xunta, con un 55,67 % de los sufragios.

Si bien en la ciudad el tándem Barcón y Méndez Romeu logró imponerse, su apuesta no convenció a los militantes del resto de la la provincia, que abrazaron a Leiceaga Leiceaga con un 1.489 apoyos frente a los 834 del coruñés. Un resultado que también refuerza la posición del presidente de la Diputación, Valentín González Formoso, contundente contra la candidatura de Méndez Romeu, crítico con Barcón e investido con los votos de las mareas.

La apuesta de la secretaria general ha hecho también más palpable el cisma que se vive en el seno grupo municipal. El entorno de Barcón, con el portavoz municipal, José Manuel Dapena, como máximo exponente, cerró filas alrededor de Romeu mientras las ediles díscolas, Yoya Neira y Silvia Longueira, relegadas este mandato a una posición secundaria en el trabajo de oposición al Gobierno de Xulio Ferreiro, apostaron abiertamente por Leiceaga.

Con el 26-J y los comicios autonómicos en el horizonte, el PSOE local tiene por delante el reto de frenar la sangría de votos y recuperar un peso interno que, hoy, poco o nada se parece a los tiempos en que A Coruña ejercía como buque insignia del socialismo en Galicia.