La supresión del tráfico rodado en la superficie de la Marina, prevista desde el anterior Gobierno local y puesta en marcha el pasado 8 de abril, tiene ya su primer movimiento organizado en contra. Vecinos y comerciantes de la zona centro, en especial de la calle Riego de Agua y su entorno, recogen firmas para solicitar al Ayuntamiento que vuelva a autorizar el paso de vehículos por la avenida, aunque limitando su velocidad a 20 o 30 kilómetros por hora. La supresión de la circulación en superficie fue el argumento del anterior Ejecutivo para invertir 16,5 millones de euros en la construcción del túnel y en la ejecución de la nueva urbanización.

Los promotores de la iniciativa aseguran que la imposibilidad de circular por la Marina perjudica a los vecinos que tienen familiares de edad avanzada, a los que no pueden desplazar hasta sus viviendas, así como a comerciantes cuyos clientes se ven imposibilitados de acceder hasta esta zona para recoger pedidos o hacer compras.

"No se trata de que vuelva el tráfico como antes, puede ser una zona regulada a 20 o 30 por hora", explica Vicente Castro, responsable del estanco de Riego de Agua y uno de los impulsores de esta petición. En su opinión, con esta propuesta los turistas podrán contemplar desde sus vehículos las galerías, "y cuando vean lo bonitas que son buscarán aparcamiento para ver la ciudad", mientras que si al llegar al edificio de Correos "se les dice que tienen que dar la vuelta, se marcharán".

Para Castro, el tráfico en el centro de la ciudad "ya está racionalizado porque quien quiere ir a Monte Alto ya usa el túnel", a pesar de que mientras se mantuvo la circulación en superficie eran muy numerosos los conductores que utilizaban la Marina para dirigirse hacia ese barrio. "Hay que sacar el tráfico del centro de las ciudades, pero no somos Londres ni Nueva York", explica el portavoz de los partidarios de la recuperación del paso de vehículos, quien destaca que en La Marina "hay una explanada maravillosa, pero el que haya dos carriles de circulación limitados a veinte por hora no estropea absolutamente nada".

Castro niega que el regreso de los coches a la avenida suponga un problema de seguridad para los peatones, ya que, a su entender, los buses y taxis "también pueden atropellar a la gente", mientras que los policías que ahora impiden el paso pueden dedicarse a controlar la velocidad. "Hay que buscar una fórmula porque en invierno con lluvia y aire esto va a ser un desierto de piedra", advierte Castro.