La costa coruñesa del futuro en maquetas. Un futuro que no llegó. Palexco recibía hace diez años la visita de centenares de vecinos que querían saber cómo el urbanista catalán Joan Busquets había diseñado la mayor transformación de la ciudad tras la construcción del paseo marítimo. La verja portuaria sigue sin abrirse y esta fachada litoral no ha avanzado en su camino para parecerse a los planos del arquitecto, elaborados en un contexto socioeconómico muy diferente al actual.

Palexco era un ir y venir. Por la mañana, varones de edad avanzada, por la tarde, público más heterogéneo. Entre ellos, los vecinos de los barrios más afectados por los cambios, como Os Castros, ansioso por quedar liberado de las descargas de carbón y ver, desde su mirador o el paseo de Casablanca, un paisaje bien diferente al que todavía persiste, con las obras de punta Langosteira sin terminar y el traslado de la actividad en ciernes: el primero en liberarse será Calvo Sotelo y la operación más compleja será la del muelle petrolero de Repsol.

En la maqueta, más jardines, una isla verde, un lago para la práctica deportiva y de ocio en el Centenario... así se dibujaban los planos que atraían la curiosidad de los visitantes. Tanto interés que una de las recreaciones llegó a peligrar.

Los vecinos miraban la ciudad futura con optimismo, pero también con reticencias en cuanto a los edificios de viviendas o los inmuebles comerciales que se levantarían cerca del mar. "Esperaba mucha zona verde y parece que la va a haber, A Coruña necesita espacios verdes", decía Elvira García. Un vecino de Os Castros, Manuel Calvo, destacaba los espacios de ocio y cultura y Francisco Moares valoraba el cambio "radical" que iba a dar la ciudad, sobre todo, con la salida de la actividad petrolera, con el hundimiento del Prestige cuatro años antes en la memoria. Un joven César Muñiz ponía sus esperanzas en solicitar un piso de protección en San Diego, después de haberlo pedido también en Tabacos. Para José Hermida, había demasiado edificio. "A mí me gustaría más que la estación fuese en San Diego y que fuera todo jardín y menos edificación. ¿Para qué tantos pisos? Además, tanto achicar al mar...", respondía, acordándose de que, después de barajar las dos opciones, se había decidido que la intermodal -un proyecto que también se planeaba por aquel entonces y tampoco es realidad un decenio después-, se ubicase en la actual terminal de San Cristóbal.

Esos días Joan Busquets, artífice de transformaciones urbanísticas de calado el otras ciudades como Barcelona, había viajado a A Coruña para explicar sus soluciones para ese territorio virgen en el que construir. Apostaba por disminuir la alta densidad de población de A Coruña y controlar la edificabilidad que, aún así, a muchos sectores de la ciudad les parecía excesiva, en tiempos en los que las operaciones especulativas con el poco suelo edificable en la ciudad que quedaba daban sus últimos coletazos antes del estallido de la burbuja inmobiliaria. El Puerto necesitaba hacer negocio con los muelles para financiar el puerto exterior, como se fijó en un convenio. Esperaba conseguir 250 millones de euros, una cifra que hoy en día nadie da por alcanzable. El Concello piensa actualmente la fórmula para "adquirir" la zona más próxima al centro. En San Diego, por el momento, queda en el aire la enajenación y construcción de pisos.