Un joven aceptó ayer ser condenado a cuatro años y tres meses de cárcel por torturar a uno de sus amigos al que acusó de haber robado en dos ocasiones en su vivienda, situada en una parroquia de Bergondo. La Fiscalía reclamaba que fuese sentenciado a 16 años y 5 meses de prisión por cometer delitos de lesiones, detención ilegal, torturas y tráfico de drogas. La representante del Ministerio público, sin embargo, llegó a un acuerdo ayer con la defensa del sospechoso, ejercida por el letrado Diego Reboredo, y aceptó una rebaja de la pena tras reconocer las atenuantes de drogadicción y reparación del daño. Así, la acusación consideró probado que el imputado cometió los hechos, en abril de 2014, después de haber consumido sustancias estupefacientes. El viernes el procesado ingresó en la cuenta de la víctima 11.000 euros, por lo que la fiscal también tuvo en cuenta la atenuante de reparación del daño.

El imputado se declaró culpable ante el tribunal de la sección primera de la Audiencia Provincial y se mostró conforme con ser sentenciado a cuatro años y tres meses de prisión, por lo que el juicio no se celebró. Además, los magistrados lo condenaron al pago de 6.000 euros de multa y al abono de otros 1.500 euros al perjudicado, que se suman en concepto de indemnización y costas a los 11.000 que le transfirió el viernes. El alto órgano judicial provincial también le impuso una orden de alejamiento de la víctima durante ocho años. Ya la cumple desde junio de 2014, por lo que le quedarían seis años. El abogado del joven, que permaneció tres meses en prisión preventiva tras ser detenido, intentará conseguir la suspensión de la pena. Para ello, alegará que su cliente es toxicómano. Al ser la condena inferior a cinco años, el tribunal podría concedérsela y, de esta forma, evitaría ir a la cárcel.

El condenado reconoció que durante una discusión por los robos de su casa, le clavó un cuchillo a su amigo en la pierna derecha y lo ató a una columna de su garaje con bridas en los dos tobillos y tela y aseguramiento metálico a la altura del pecho y del cuello. Una vez que lo inmovilizó, le advirtió de que le iba a hacer "lo mismo" a sus padres, a su novia y a su perro, al tiempo que lo golpeaba y le daba descargas eléctricas con una pistola tipo táser. El procesado grabó dos vídeos de las torturas durante las "horas" que el perjudicado estuvo atado. El joven admitió ante el tribunal, a cambio de la rebaja de la condena que inicialmente demandaba la Fiscalía, que atentó "gravemente" contra la dignidad e integridad moral de su amigo, al que amenazó con difundir los vídeos y al que llegó a obligar a introducirse el mango de un martillo por el recto. La víctima confesó coaccionada la autoría de dos robos en la vivienda y la sustracción de dos kilos de hachís.

La fiscal exigía en su informe que el sospechoso abonase al afectado una indemnización de 1.260 euros por los daños que le causó y las secuelas que sufre. Finalmente, le abonará 12.500, lo que supuso que le rebajasen la pena de cárcel. Contra la sentencia no cabe recurso porque se dictó bajo la conformidad de todas las partes implicadas.