Cuando el fotógrafo José Caruncho descubrió y restauró una colección de imágenes antiguas de A Coruña, concibió la idea de incluirlas en un calendario que se editó a finales del año pasado con el nombre de A Coruña anónima. Los textos del almanaque fueron elaborados por el periodista Antonio López Mariño, quien investigó el origen de las fotografías y en un principio pensó que podían haber sido tomadas por José Sellier, el más prestigioso de los artistas de esta especialidad en la ciudad.

Pero ya entonces surgieron las sospechas de que podrían atribuirse a otro fotógrafo local, entre los que figuraba Valentín Mendía, de quien se ha podido constatar ahora que fue su autor. Durante la investigación, López Mariño contactó con la directora del Archivo Municipal, María de la O Suárez, quien intuyó que las fotografías formaban parte de la misma colección de la que el Ayuntamiento tiene once ejemplares, mientras que un coleccionista privado tiene dieciséis.

"Llegamos a la conclusión de que de que era una sola colección porque había fotos que se repetían en las tres", explica López Mariño, quien destaca que esta serie de fotografías fueron consideradas interesantes por la directora del Archivo porque documentan la etapa de mayor transformación de la ciudad. Es por esta razón que el Kiosco Alfonso acoge desde ayer la muestra Abrindo horizontes, en la que se exponen tanto las imágenes que compusieron el calendario, como otras que pertenecen a la misma serie y que estaban en manos del Ayuntamiento y el coleccionista, además de bandos municipales de la época.

Con relación al calendario, en la exposición hay 14 fotografías que no aparecían en esa publicación. "Al ver las colecciones juntas se han podido unir fotos que fueron concebidas para exhibirse de forma conjunta pero que estaban separadas", detalla López Mariño, ya que en aquella época no había posibilidades de tomar imágenes panorámicas, por lo que se hacían por tramos que luego se unían.

En su opinión, estas fotografías "son únicas", ya que una de ellas permite contemplar desde el Cantón Pequeño hasta O Parrote, con la perspectiva existente desde la plaza de Mina. Otra de ellas muestra la zona del Cantón Grande entonces con arbolado y la Ciudad Vieja a la derecha, con una panorámica inusual del centro de la ciudad.

López Mariño destaca el valor histórico que poseen estas fotografías, ya que pertenecen a un momento en el que aún hacía pocos años del derribo de las murallas de la Ciudad Vieja y todavía menos de la de la Pescadería, que iba de la Coraza del Orzán por Juana de Vega hasta la plaza de Ourense. El periodista recuerda que el filántropo Eusebio da Guarda pidió entonces que le cedieran los terrenos que quedaron libres en la zona del Caramanchón para construir el instituto y la escuela que llevan su nombre.

En esos mismos años, pone de relieve López Mariño, "se cumple el viejo sueño que tenían los ilustrados desde la restauración de la Torre de Hércules en 1791 de la existencia de un muelle de hierro", ya que el puerto tenía muy poco calado, por lo que para efectuar para la carga y descarga de mercancías y pasajeros había que acercarse a los barcos en chalupas. Ese muelle pude verse ahora en algunas de estas fotos, al igual que otra de las innovaciones urbanísticas introducidas en la época, los jardines de Méndez Núñez.

La identidad del autor se conoció al ver en dos de las colecciones una foto con las iniciales V.M. en unos sellos impresos sobre ella, mientras que en la privada había cuatro identificadas como "Fotografía de Madrid", una denominación comercial habitual en esos años, ya que el propio Sellier anunciaba su estudio como Fotografía de París. En esta última también figuraba un plano de la ciudad en el que se leía: "Es propiedad de V. Mendía", lo que permitió desvelar el nombre del fotógrafo, que aparece en un diccionario de fotógrafos españoles editado en 2014 como Valentín Mendía.

Este artista era natural de Logroño y se trasladó a A Coruña para ocupar una plaza de funcionario de Hacienda, aunque también trabajó como fotógrafo profesional con estudio propio. "El factor diferencial con otros fotógrafos es que fue el primer reportero, el primero que sacó la cámara de los estudios, ya que hasta ese momento y mucho después la fotografía era el arte de los comerciantes y burgueses para el retrato, que sustituyó a lo que fue la pintura para la nobleza", comenta López Mariño. Mendía se anunciaba como especialista en retratos, pero también hizo colecciones de vistas, como la que hizo de Galicia con la que ganó una medalla en Pontevedra.