Hace siete meses que Ahmad llegó a España. Fue su padre el que decidió que no podía seguir en Palestina. Asegura que corría peligro. "Tenía muchos problemas. Estuve dos días en la cárcel por enfrentamientos con los israelíes", cuenta. Su familia pagó a una mafia para que le ayudase a llegar a Europa. Cruzó la frontera jordana en coche y consiguió llegar a Turquía. Desde allí voló a Barajas. En Madrid estuvo un mes y, después, la Oficina de Asilo y Refugio, dependiente del Ministerio del Interior, lo derivó a A Coruña para formar parte del programa para la acogida e integración de refugiados que desarrolla en la ciudad con fondos estatales la Asociación Comisión Católica Española de Migración (Accem).

De eso hace ya medio año. Ahmad no sabía español. Ahora consigue hacerse entender e incluso escribe su nombre. "Me gusta el idioma", dice. Aunque en A Coruña está a gusto, su ilusión es poder regresar a su país. "Ahora sé que no puedo volver y aquí estoy mejor porque no hay problemas", comenta. Asegura que echa de menos "todo", en especial, a su novia y a su madre. "Hablo con mi familia y me dice que todo está bien, pero no sé si es verdad", relata preocupado. "Mi país está en guerra y hay muchos problemas, muchos controles", explica. Cuenta que los soldados israelíes aún visitan de vez en cuanto su casa y preguntan por él.

En Palestina viven sus padres y sus seis hermanos. Ahmad está "en el medio" y tiene 25 años. "Todos los jóvenes en Palestina tienen problemas", afirma. No pierde la sonrisa. "Estoy muy bien aquí", dice, aunque recuerda que estuvo "muy enfadado" por las dificultades para hacer los trámites que ya le permiten trabajar en España. Le gustaría estudiar finanzas, pero ahora mismo, es solo un sueño. Se conforma con trabajar.

"Tengo dificultades con el idioma", indica. Vive en la ciudad en un piso compartido. El Ministerio de Empleo y Seguridad Social se hace cargo del alquiler del piso, de su alimentación y de sus necesidades básicas. Poco a poco, se acostumbra a la vida en A Coruña. "Tengo dos o tres amigos, todos extranjeros", comenta. Ahmad destaca la "amabilidad" de los españoles, pero también recuerda las dificultades que tuvo a la hora de encontrar piso debido a su nacionalidad. Fue rechazado por muchos propietarios. Aún así, se queda con lo bueno. Tiene ilusión por comenzar a trabajar e integrarse en la ciudad. Ya está en la segunda fase del programa de acogida integral que Accem desarrolla a nivel estatal. Los 36 refugiados que ayer fueron recibidos en el salón de plenos del Ayuntamiento por el alcalde, Xulio Ferreiro, forman parte de la iniciativa. Por el momento, no reciben ayudas del Concello. "Estamos esperando a ver si con la renta social... Hay colaboración por parte de la concejal de Igualdade e Diversidade", señala Daniel Bóveda, de Accem.

En la primera fase del programa, que dura entre seis y nueve meses, la ONG pone las viviendas de las que dispone en A Coruña a disposición de los refugiados que le deriva desde Madrid la Oficina de Asilo y Refugio. También se hace cargo de sus necesidades básicas y los orientan, tanto social como jurídicamente. Después, los inmigrantes, que ya cuentan con autorización para trabajar, comienzan a vivir en inmuebles de forma autónoma, al igual que Ahmad, que comparte piso en la ciudad. Aún así, Accem continúa ayudándoles y haciéndoles seguimientos individualizados para garantizar su integración. En la última fase, los refugiados tan solo acuden a la entidad para solicitar ayudas puntuales. Accem es la única asociación que trabaja en A Coruña en la acogida de refugiados, que huyen de sus países por diferentes motivos, no solo por la guerra. Entre los 36 extranjeros que llegaron a la ciudad no hay ningún sirio. La mayoría proceden de Irak, Afganistán, Palestina, Ucrania, Georgia, Armenia o Latinoamérica. "Hay algunas familias sirias a las que ayudamos porque igual estaban aquí o vinieron a estudiar y pidieron protección internacional, pero refugiados sirios en el programa no hay", explica Bóveda, quien recuerda que España debe acoger a más refugiados, pues aún no ha cumplido "ni el mínimo".