El coruñés Ernesto Fernández tarda unos doce segundos en hacer un cubo de Rubik. Los resuelve sin mirar. En 45 días cuadró los 7.000 necesarios para construir el mosaico de la Torre de Hércules de seis metros de altura que se puede ver desde ayer en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (Muncyt). Antes de solucionar los rompecabezas, invirtió días en visitar el monumento a diferentes horas para examinar los tonos que adquiere según la posición del sol y en diseñarlo píxel a píxel en su ordenador. "Tenía que ajustar la Torre a los seis colores de los cubos. Al final me decidí por a representarla en un momento en el que el sol pierde fuerza y los colores son más anaranjados", explica. La pieza está construida a una escala de 1:10, es decir, que está representada a la décima parte de su tamaño real.

Las obras de Fernández, campeón de Europa y del Mundo en la modalidad Rubik' Clock y ganador en varias ocasiones del campeonato de España de cubo de Rubik, son reconocidas a nivel mundial. De hecho, este verano trabajará en Dubai y Qatar. Todavía desconoce qué figuras le encargarán formar con cubos de Rubik a partir de fotografías. Tras construir mosaicos de todo tipo, entre los que destaca el de los rostros de Rafael Nadal e Iker Casillas que se exhibió en el Madrid Open de 2015, decidió batir un récord en su ciudad y rendir homenaje al Faro en el séptimo aniversario de su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad. "Se me ocurrió la idea de hacer un monumento en 3D con cubos de Rubik, el más grande de una escultura en el mundo, y quería que fuese en mi ciudad. Soy coruñés y no podía ser otro que la Torre de Hércules", cuenta orgulloso Fernández, quien destaca que tanto el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología como Rubik lo apoyaron en cuanto les contó su idea.

De hecho, la empresa le prestó los 7.000 rompecabezas, cuyo precio en el mercado asciende a 100.000 euros. "Ahora mismo tengo las manos tiesas porque los cubos son nuevos y cuesta más manejarlos", explica Fernández, quien cuenta que también utilizó cuatro kilómetros de nailon para coser los cubos y conseguir que aguanten la presión. "La Torre está diseñada de tal manera que las piezas que están abajo no aguantan todo el peso porque reventarían. Pesa una tonelada", indica. Fernández recomienda a los visitantes observar el mosaico desde lejos porque asegura que es "como se aprecia mejor". También invita a hacerlo desde la planta de arriba del Muncyt. "Se ve muy bien desde allí", señala.