El director general de la Guardia Civil, el ferrolano Arsenio Fernández de Mesa, ha puesto en práctica una curiosa norma: no quiere a nadie detrás cuando preside un acto en el patio del cuartel de Lonzas. Su deseo obligó ayer a convertir el portal y las escaleras de un edificio de viviendas en un improvisado salón de prensa, donde debieron refugiarse los periodistas de las emisoras de radio para captar el sonido de la megafonía, situada detrás del director de la Guardia Civil, sin perturbar a Fernández de Mesa.