Con un imponente tamaño y una estética arquitectónica discutidos para el lugar en el que se ubica, el NH Atlántico es un hotel en el corazón de la ciudad, al lado del mar, por el que su concesionaria paga al Concello 2.500 euros y cobra medio millón de euros a la cadena que lo regenta. Hace una década, la federación vecinal proponía aprovechar la reforma de la Marina para, directamente, demoler el bloque hotelero de los jardines, una propuesta que no llegó a cuajar tras el sucesivo aplazamiento del proyecto para construir un aparcamiento subterráneo en la zona. El futuro del establecimiento sigue en el aire. Ya no será una residencia universitaria, como preveía Marea Atlántica al llegar al Concello, pero la polémica concesión finaliza en el año 2018.

El presidente de la federación de asociaciones de vecinos, José Antonio Folgueira, tachaba la construcción de "aberración" en junio de 2006. Apostaba por su eliminación o, en todo caso, por un cambio en su envolvente para adaptarla a la fachada marítima de la ciudad. La federación formaba parte del tribunal que iba a decidir el concurso de ideas sobre la reforma de la zona que quería realizar el Ejecutivo socialista hace un decenio.

Los arquitectos no lo veían tan claro. Su presidente, Alberto Unsaín, advertía de que una construcción con todos los permisos en regla y sin que pesase sobre ella ninguna ilegalidad urbanística no se podía derribar, por mucho que su aspecto lo pidiese a gritos. Las consecuencias para las arcas municipales podrían ser muy importante, advertía.

La reforma prevista por los socialistas para la Marina nunca se realizó y la propuesta dejó de tener sentido. Aún así, el NH Atlántico sigue bajo los focos.. Su barata concesión a una sociedad que a su vez lo alquila con un beneficio ingente a la cadena NH y a la gestora del Casino le auguran un futuro diferente al actual. El alcalde, Xulio Ferreiro, considera el canon un "despropósito". En campaña electoral prometieron convertirlo en una residencia universitaria, pero con la finalización del contrato en 2018, los plazos no se adecuaban a los planes. Al final fue el colegio Calvo Sotelo, de propiedad provincial, el elegido para ubicarla.

El presidente de Parisiana, Juan Carlos Grijelmo, justificó ante este periódico que la escasa cantidad que aporta a las arcas municipales se debe a que, cuando se hizo con la empresa en 1999, invirtió 3,9 millones de euros en una reforma integral del interior del edificio que, afirma, no se amortizó por completo hasta el pasado año. Su idea, según expresó el pasado año, es que el Concello les prorrogue la concesión, negociando un aumento del canon, o acceda a venderles directamente el edificio.