Antes de que Marc Anthony entrase en el escenario del Coliseum, muchos de sus fans, sobre todo mujeres, llevaban horas en el recinto. Algunas, desde las dos de la tarde. La fila empezó temprano, tímida, pero se fue haciendo grande con el paso de las horas, hasta que abrieron las puertas del Coliseum, a las ocho de la tarde.

La fiesta comenzó ayer en el Coliseum mucho antes de las diez de la noche. Para entonces, el público ya había hecho la ola un par de veces y bailado al son de los éxitos del verano con las manos arriba, moviéndolas de un lado a otro. A las 22.05, el encargado de animar las largas horas de espera hasta el comienzo del espectáculo anunció que llegaba "alguien grandioso", y lo hizo con los hits del verano retumbando en el multiusos de Lavedra . Y el Coliseum ofreció un estruendo cuando oyó su nombre . No fue hasta las once menos cuarto cuando bajaron las luces y empezaron a sonar por megafonía y ya con lo músicos sobre el escenario, trocitos de los temas que, más tarde, interpretaría el que sigue siendo el rey de la salsa. Fueron 9.500 las gargantas que hicieron la cuenta atrás que anunciaba su presencia por las pantallas. Público de todas las edades y nacionalidades, aunque abundaban las madres acompañadas de sus hijas. Entonces, poco antes de las 22.45, pantalón vaquero roto, gafas de sol y mano en el corazón, apareció él, Marc Anthony, al ritmo de Valió la pena.

Y el público le acompañó, en esa, a voz en grito y en Hubo alguien y bailando, con los móviles por encima de las cabezas, para intentar capturar un momento por el que habían esperado todo el día, quizá desde que supieron que las entradas estaban a la venta.

Y Marc Anthony bailó para ellos, les miró a la cara, ya sin gafas, y les pidió palmas y que cantasen con él, mano a mano, como si pudiesen subirse al escenario.

"¿Cómo está mi gente?", les preguntó y les agradeció "la oportunidad" de estar en el escenario y de hacerles "gozar con la fiesta". Y se sacó la americana para coger las baquetas y tocar la batería y, cuando se cansó, dirigió a la orquesta y bailó, una y otra vez.

Y canción tras canción, algunas de esas que se visten de recuerdo como el ¿Y cómo es él? de Perales, Marc Anthony se ganó el aplauso y los coros de su público. Prometió "regresar pronto" y el Coliseum le creyó.