Manolo García lleva más de tres décadas nutriendo un sello personal que lo ha posicionado como uno de los principales referentes de la música española. Su etapa en el grupo El Último de la Fila dio lugar a himnos como Insurrección o Como un burro amarrado en la puerta del baile e inició una consolidación musical que después afianzaron seis discos en solitario. El artista barcelonés presentará el último de ellos, Todo es ahora, en un concierto este viernes, 8 de julio, a las 21.00 horas en el Palacio de la Ópera y en el que interpretará nuevos temas y canciones de sus anteriores formaciones.

-Ocho años han tenido que esperar sus fans coruñeses para volver a verlo en concierto.

-De hecho he pedido yo ir a Galicia porque tengo una manera de entender el rock dirigiéndome a la gente puerta a puerta. Ya hace tiempo que no voy y siempre que he estado he sentido que hay muchas ganas de pop rock y un público fiel.

-En su último concierto en esta ciudad presentaba Saldremos a la lluvia, un disco que invitaba a disfrutar del momento como el de Todo es ahora.

-Es una idea casi fija en mí y en mi obra. Los seres humanos tendemos a querer correr más que el tiempo, con lo cual nos damos unos batacazos descomunales; hay que ir al hilo de la vida. En la sociedad vivimos detrás de una quimera, de una felicidad material, y eso es un error.

-En su último disco ha grabado con músicos que tocaron para David Bowie, al que le dedica la canción Esta noche he soñado con David Bowie. ¿Qué supuso su figura para usted?

-Mi adolescencia se desarrolló en un tiempo en el que la música pop y rock era muy importante en sí, no como negocio. Eso me marcó y Bowie es una figura entre otras en las que se pueden incluir Lennon, Janis Joplin, Iggy Pop... Todo ese conjunto de músicos setenteros anglosajones. Esta es una canción homenaje a un músico como podría haber sido un homenaje a una generación de músicos.

-En la canción describe su reticencia a hablar con Bowie para no molestarlo. ¿Qué les habría dicho a sus referentes musicales de haber tenido la oportunidad?

-A lo mejor habríamos hablado de cosas prosaicas, a ras de suelo. Es un tiempo extraño para la difusión y la venta de la música, y no sé si habríamos hablado de los cambios que se han producido en muy poco tiempo. Yo me habría interesado por sus métodos de trabajo, de hecho, al trabajar con los músicos de Bowie, les he preguntado cómo trabajaba él.

-Esa canción partió de un sueño. ¿Cuántos temas de su discografía surgieron de este modo?

-Dos, ese y Suave, suave. Los demás están hechos de día y con los ojos bien abiertos.

-Los músicos de la escena neoyorkina que le han acompañado en Todo es ahora, ¿cómo reaccionaron al escuchar sus propuestas musicales?

-En principio, la reacción fue de curiosidad. Antes de empezar a trabajar quisieron ver qué hacía yo y, finalmente vieron que lo que hago tiene un sustrato anglosajón; los que hacemos música pop-rock usamos los mismos acordes, la misma metodología y los mismos instrumentos, básicamente. El trabajo fue tan bien que luego les propuse hacer unos cuantos conciertos en España y han estado ocho noches tocando conmigo.

-¿La creación artística es la mejor forma de reencontrar el limbo de un tiempo que se nos va, como canta en Lápiz y tinta?

-Sí, en este caso de ese instante que ya se ha ido. En el proceso de creación de una canción o de un cuadro, el tiempo no se me va, consigo detenerlo. Ese rato soy completamente feliz, me siento útil a mí mismo y a los demás. Las canciones son un vehículo magnífico para viajar en la vida, en las sensaciones, las emociones... La música es un vuelo sin motor pero con un motivo, que es vivir.

-¿Considera que su forma de crear choca con el consumo musical más rápido que se promueve a través de internet?

-Yo tengo el método antiguo, que es intentar hacer discos lo mejor posible, no buscando solo una canción, sino que puedan ser disfrutados un buen rato con diferentes propuestas. Soy de la vieja escuela, no me gusta la música de usar y tirar, hecha solo para vender. Hago música intentando emocionar antes que vender. Me gusta ser mayoritario, pero con la sensibilidad de una canción que llegue.

-Si el Manolo que empezaba en los ochenta a grabar discos con Los Rápidos tuviese que abrirse camino en la música actual, ¿sucumbiría a difundir su trabajo en las redes ?

-Me imagino que entraría al trapo, porque un músico lo que quiere es que su trabajo se difunda, y cuando estás empezando no te cuestionas nada más que eso. Crees que eres estupendo porque, si no, ya no te pones, luego el futuro te dará o no la razón.

-A la hora de crear, ¿cómo influye su faceta como músico en la de pintor y viceversa?

-Siempre he pensado que se retroalimentan, me van dando pistas para mirar en la dirección opuesta La música es un ejercicio muy solitario, menos cuando grabas y haces conciertos, pero en la pintura siempre estás solo, te eriges en un minúsculo dios que crea pequeños milagros que a ti te sirven. En dos dimensiones consigues crear mundos de ficción que te hacen soñar.

-En su canción Subo escalas, bajo escalas califica a los políticos como mentes de páramo gélido. ¿Ninguno se libra?

-Alguno sí que se libra. A mí me gusta, por ejemplo, oír al expresidente de Uruguay, José Mujica; me creo su discurso. Renunció en su momento a un 90% de su sueldo de presidente para trasladarlo a la población más necesitada. Me creo a ciertos políticos, quizás a uno entre mil. Pienso que se emborrachan de su propio ego en cuando acceden al poder. La verdad es que nunca he acabado de entender por qué alguien tiene que mandar sobre alguien.