La prevención de la violencia desde la primera infancia fue el tema sobre el que ofreció este miércoles una ponencia en la sede de Afundación la directora del IPI Sansomendi de Vitoria, Eva Sancho Longas, dentro del primer curso del verano programado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo dedicado a las medidas para el cuidado y la mejora de la convivencia escolar. La docente defendió la aplicación de métodos preventivos desde el comienzo de la escolarización y alertó contra los comportamientos violentos entre menores que permanecen "ocultos" sin denunciarse.

-¿A partir de qué edad empiezan a manifestarse comportamientos violentos en los alumnos de los centros de enseñanza?

-Hemos puesto en marcha una actuación de éxito como el modelo dialógico de prevención y resolución de conflictos, que incluye la socialización preventiva de la violencia y de la violencia de género en particular. Somos seres sociales y hay que socializarse en la no violencia desde el nacimiento mismo. El lema de nuestro colegio, que personalmente me parece muy bonito, es que queremos ser violencia 0 desde los 0 años. Eso lo resume todo.

-¿Qué violencias se suelen advertir en la primera infancia?

-No planteamos nuestros métodos por haber detectado casos de violencia, pero casos delicados ocurren en todos los centros; el que diga que en el suyo no pasan, miente. La prevención debe hacerse desde el principio. Los niños tienen que acostumbrarse a que la violencia no nos gusta. Se trata de vaciar de atractivos cualquier acto que pueda ser violento y de dárselos a actividades que no lo son. Tampoco hay que trivializar actos que puedan ser irrelevantes, como por ejemplo que un niño tire a otro del pelo. Eso si vuelve a pasar hay que contarlo. Hay que construir espacios donde no haya actos como agresiones verbales y fomentar el sentimiento de la amistad, muy importante. Lo empezamos desde abajo en nuestro centro, desde los 2 hasta los 16 años.

-¿Qué comportamientos son más difíciles de advertir?

-En los centros escolares, aunque en general en la sociedad, lo más preocupante es lo que queda oculto. Un niño le da a otro una colleja y los observadores no dicen absolutamente nada. Al principio no pasa nada, pero poco a poco se repite y sí pasa algo, y al hablar con los niños y con las niñas ves que no les gusta. Eso hay que romperlo. Hemos trabajado mucho el concepto de chivato y de valiente. Nuestros alumnos tienen muy claro que quien denuncia algo es el valiente. La denuncia no la hacen los chivatos sino los valientes. Quien es buen amigo es también el valiente.

-¿El silencio es lo más preocupante?

-Hay que trabajar mucho para que esas cosas salgan a la luz. Nadie puede tolerar que tengan que darle una colleja, pongo el mismo ejemplo. Se han dado muchos casos de bullying (debo decir que en nuestro colegio no se ha producido ninguno) en los que al analizar todo lo ocurrido la mayoría de lo que las víctimas han sufrido no se ha contado, o quienes sí lo han contado no decían nada cuando lo sufrían. Lo callan y luego estallan.

-¿Cuál es el cometido de los educadores y de las familias en la prevención?

-Todo es un trabajo conjunto. Todo lo que se plantea en el colegio en el programa de prevención de violencia no lo hacen los profesores por un lado y las familias por otro, porque no hay familias que no quieran un espacio sin violencia. De todas formas, los trabajos que se hacen en el colegio los niños los llevan luego a su entorno y los educadores hablan con las familias sobre estos temas.