"Joaquín me pegó muchas veces con un cinturón, me dio patadas, puñetazos... Un día me pegó una paliza por fumar. ¡Por el amor de Dios!", exclamó ayer durante el juicio uno de los seis indigentes que presuntamente fueron retenidos contra su voluntad por chabolistas en el asentamiento de A Pasaxe y en terrenos de Ledoño. Los procesados, según la Fiscalía, les robaban las pensiones y los obligaban a trabajar y a mendigar. El hombre, que está enfermo, tuvo dificultades para testificar ante el tribunal. "Sandra me pegó con el palo de una escoba y me llamaba perro. Me encerraban en un galpón por la noche, no podía salir. Para ducharnos teníamos una manguera y, al principio, no había váter, íbamos al monte", contó el afectado, quien relató que accedió a subirse a la furgoneta del acusado porque le propuso trabajar para él.

"Yo estaba durmiendo en la calle, era invierno, hacía frío... Pensé que iba a trabajar. Me quedé extrañado por el camino porque era muy lejos. Al llegar a la finca me pegaron. Joaquín me agarró y André me pegó con hierros y palos. También me afeitaron, me cortaron el pelo y me quitaron la cartilla del banco. Me pegaron para que les diese el PIN y me quitaron el reloj. No me iba a resistir", declaró la víctima, quien aseguró que hacía "tareas de limpieza" y que recogía "la mierda de los perros". El hombre recordó que un día intentó escapar, pero lo localizó un familiar de la pareja de imputados que lo retenía. "Me metió en su Mercedes y me llevó de vuelta a la finca. A Joaquín lo tenía que llamar papá, él y su mujer me daban las instrucciones de los trabajos que tenía que hacer. Yo hacía lo que podía", testificó.

Los cuatro procesados que se sentaron ayer en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial, dos hombres y dos mujeres familiares entre sí que se enfrentan a penas de entre 55 y 91 años de prisión, se dedicaron, al menos desde 2011 y hasta enero de 2015, a localizar a personas "en situaciones de indigencia, con graves necesidades económicas, enfermedades o problemas de tipo mental" para robarles sus pensiones y obligarlas a mendigar y a ayudarles en diferentes tareas, entre ellas limpiar, realizar construcciones, vender globos o atender atracciones en ferias, según considera probado la acusación pública. Los imputados alegaron que las víctimas vivían con ellos voluntariamente y que les "echaban una mano" con el "trabajo" a cambio de que les diesen una cama y comida. "Se podían ir cuando querían", afirmaron.

Los dos indigentes que declararon ayer -la vista continuará hoy- y el testimonio de un vecino de A Coruña al que le contó directamente uno de los afectados, ya fallecido, los abusos a los que fue sometido contradijeron la versión de los procesados. Otra de las víctimas sostuvo que cobraba 360 euros de pensión y que se quedaba con 50 euros "para tabaco y café". El resto, "se lo daba a Joaquín", aseveró. El hombre, que conoció a los sospechosos en Malpica, afirmó que le entregaba a uno de ellos el dinero que conseguía mendigando en el centro de A Coruña. "Al principio no me maltrataron, después, sí. No sé por qué, creo que porque no trabajaba bien", testificó el afectado, quien consiguió huir de la antigua Conservera Celta, donde lo retenían los procesados, quienes lo volvieron a localizar en Malpica. "Me dijeron que me tenía que ir con ellos y fui porque les tenía miedo. Esta vez me llevaron a Ledoño. Me pegaron. Joaquín me dio con un anillo en la cabeza y con un palo", aseguró, al tiempo que indicó que dormía en la cabina de un camión. El afectado vendía globos en María Pita y recorría "todas las calles de Coruña" recogiendo cartón con uno de los investigados.

El chabolista al que los indigentes señalaron como el que dictaba "las órdenes" declaró que les daba "techo, comida y dinero". El procesado sostuvo que es "habitual" que personas sin recursos pidan "ayuda" a feriantes para que les proporcionen casa y trabajo. "Eso pasa de toda la vida, a nivel nacional", aseveró. El imputado insistió en que las víctimas se acercaron a él para pedirle que les echase "una mano", por lo que les ofreció comida a cambio de que vendiesen globos o hiciesen tareas de limpieza.

"Me denunciaron por resentimiento y condicionados por la policía", apuntó el sospechoso. Así, relató que se peleaban entre ellos por "vasos de vino" y que se "maltrataban", ante lo que él reaccionaba separándolos y pidiéndoles que se marchasen. "Ahí empezó el resentimiento", testificó. Además, aseguró que no los dio de alta en la seguridad social "para no perjudicarlos" porque cobraban pensiones.