El fallido lanzamiento del globo de papel durante las fiestas de Os Castros la noche del sábado pasado terminó en un susto después de que el aeróstato cayese ardiendo cuando empezaba a ascender. Según el fabricante del globo, Juan García, el principal problema que supuso el accidentado lanzamiento fue el error del bombero que estaba encargado de soltarlo que "pudo haberse puesto nervioso, solo tenía que soltarlo", afirma el fabricante.

El lanzamiento del globo, que constituye uno de los momentos clave de las festividades de Os Castros, terminó sin heridos después de su caída en llamas sobre el parque de San Diego, donde había una gran cantidad de vecinos observando el espectáculo. Para el fabricante, el desplome del globo "pudo haber armado un buen caos" pero, según él, no conllevó mucho peligro, siendo la caída de la mecha y del combustible lo que pudo haber generado algún problema.

Una de las mayores dificultades que suele conllevar el lanzamiento es el viento pero, durante la noche del sábado, la calma imperaba en el parque, permitiendo mantenerlo colgado alrededor de diez minutos antes de que se lanzase. El globo, de 19 metros de altura y 25 metros de diámetro, estaba sostenido por un cable en su extremo superior pero, cuando ya estaba ascendiendo y llegó el momento de soltarlo, algo falló y no se liberó adecuadamente, provocando que el aeróstato girase y se incendiase tras un tirón hacia abajo que provocó su caída.

El creador del globo, Juan García, que no había sufrido ningún problema similar en los 19 años que lleva preparándolo para las fiestas de Os Castros, afirma que tanto el cable como su sujeción eran bastante sencillos por lo que no deberían haber generado ningún problema. Como informa el fabricante y a la espera de que se aclaren los hechos que produjeron el accidente, el bombero encargado de soltarlo pudo haber sufrido algún problema o haberse puesto nervioso, lo que le llevó a tomar la decisión de cortar la cuerda de sujeción para liberarlo. Esta decisión la tomó sin tiempo necesario antes de que el globo ascendiese hasta el límite que le permitía la cuerda y sufriese el impulso por el que comenzó el descenso que terminó con su aterrizaje forzado.