"Ovejas descarriadas". Así es como definió a los indigentes un testigo que se autoproclamó portavoz de los gitanos en el juicio que se celebra desde la semana pasada en la Audiencia Provincial contra cuatro chabolistas de la Conservera Celta y Ledoño (Culleredo) acusados de secuestrar y esclavizar a personas enfermas sin recursos. Los procesados, según el fiscal, al menos desde 2011 y hasta enero de 2015, cuando la Policía Nacional liberó a las víctimas, se dedicaban a localizar a personas "en situaciones de indigencia, con graves necesidades económicas, enfermedades o problemas de tipo mental" para robarles sus pensiones y obligarlas a mendigar y a ayudarles en diferentes tareas, entre ellas limpiar sus casas, realizar construcciones, vender globos o atender atracciones en ferias.

Los imputados, familiares entre sí, se enfrentan a penas de entre 55 y 91 años. En sus declaraciones alegaron que las víctimas vivían con ellos voluntariamente y que les "echaban una mano" con el "trabajo" a cambio de que les diesen una cama y comida. "Se podían ir cuando querían", afirmaron. Los testigos propuestos por la defensa que fueron interrogados en la sesión de ayer defendieron la versión de los sospechosos. Uno de los feriantes sostuvo que es "normal" que las personas encargadas de las atracciones vayan a albergues a "buscar" a indigentes para que los ayuden. Los sin techo aceptan "voluntariamente", según el testigo, trabajar a cambio de "cama, comida y 10 o 20 euros". El hombre, no obstante, admitió que desconoce si cobraban. "Son ovejas descarriadas que trabajan por cama y comida. La mayoría bebían, se peleaban entre ellos", señaló. El feriante insistió en que dormían en caravanas o en las cabinas de los camiones y que se duchaban con mangueras "como todos".

"En la feria entra de todo, se pelean entre ellos porque uno consume hachís y el otro bebe, pero están en condiciones. Lo que pasa es que son personas que beben muchísimo y les da igual todo", indicó, al tiempo que recalcó que "entran y salen cuando quieren" y que "cada poco" pasan patrullas policiales o de la Guardia Civil por las ferias. "Si estuviesen secuestrados irían a junto de ellos y se lo contarían", subrayó.

Un carpintero que trabajó en una de las viviendas de los chabolistas situadas en Ledoño contó que vio a una de las víctimas durante los cuatro o cinco días que estuvo allí. "Hacía lo que quería. Entraba y salía cuando quería. Olía a alcohol, creo que estaba siempre borracho. Me pedía cigarros", declaró.

Los dos indigentes que comparecieron la semana pasada y el testimonio de un vecino de A Coruña al que le contó directamente a uno de los afectados, ya fallecido, los abusos a los que fue sometido contradijeron la versión de los procesados. La sala escuchó ayer el testimonio grabado de Plácido, el hombre que dormía en un portal de la calle San Andrés a raíz del que surgió la investigación policial. La víctima relató que dos hombres lo secuestraron cuando pernoctaba en la céntrica calle y lo metieron en una furgoneta. Tras agredirlo y someterlo a todo tipo de abusos, uno de los imputados lo acompañó a Cruz Roja para que le entregasen un certificado necesario para que cobrase su pensión. "El gitano no sabía que conocía a los de Cruz Roja. Hice que no conocía a nadie y aproveché para pedir ayuda. Me sentía amenazado. Me dijo que si intentaba escapar me daba un navajazo", explicó el hombre, ya fallecido.

"Yo estaba durmiendo en la calle, era invierno, hacía frío... Pensé que iba a trabajar. Me quedé extrañado por el camino porque era muy lejos. Al llegar a la finca me pegaron. Joaquín me agarró y André me pegó con hierros y palos. También me afeitaron, me cortaron el pelo y me quitaron la cartilla del banco. Me pegaron para que les diese el PIN y me quitaron el reloj. No me iba a resistir", declaró otra víctima durante la primera sesión del juicio, al tiempo que aseguró que hacía "tareas de limpieza" y que recogía "la mierda de los perros". El hombre recordó que un día intentó escapar, pero lo localizó un familiar de la pareja de imputados que lo retenía y lo llevó de vuelta a la finca.