Junto con el guionista Juan Díaz Canales, Rubén Pellejero es el artífice de la continuación del emblemático personaje de Hugo Pratt, Corto Maltés, con la obra Corto Maltés. Bajo el Sol de Medianoche. El dibujante firmará sus obras hoy en el Kiosco Alfonso de 12.00 a 13.30 horas.

-¿Cómo afrontó el reto de ilustrar la continuación de Corto Maltés?

-Un personaje como Corto Maltés no es fácil continuarlo, de entrada. Lo afronté con la seguridad que da el llevar tantos años trabajando y dibujando cómic. Corto no es lejano a mí y el propio Hugo Pratt fue uno de mis referentes en mi aprendizaje inicial.

-El hecho de que tanto usted como Díaz Canales fuesen seguidores de Corto Maltés, ¿llegó a ser un handicap a la hora de desarrollar una continuación o una ventaja para vincular emocionalmente a los lectores?

-Una ventaja, ya que era necesario alguien que amase al personaje y pudiese estar cercano a la escuela de la que provenía Hugo Pratt, la norteamericana. Se trata de retomar un personaje pero que conserve parte de las características que lo han hecho reconocible.

-¿Cómo fue la coordinación del trabajo con Díaz Canales?

-Fue bastante fácil porque él es un gran conocedor de la obra de Pratt. Tuve la ventaja de que Juan me entregó toda la historia, no parcialmente, lo que me facilitó el trabajo. Funcionó muy bien porque nos alejamos bastante de la presión que pudiese haber fuera de lo que era el trabajo, y los editores nos dejaron trabajar con total libertad.

-En el proceso de documentación, ¿descubrió algo que le impresionara sobre Corto Maltés?

-Tuve que volver a empaparme del personaje sobre todo a nivel visual, para ver qué aspectos me podían interesar actualmente. Los verdaderos bocetos los tengo en la cabeza y son los que han servido para hacer una evolución posterior.

-¿Nunca tuvo temor a recibir una mala respuesta del público?

-El peligro es constante, pero estamos concienciados de que puede ocurrir. Confiamos en nuestro trabajo, pero hasta que no supimos la reacción a nivel de ventas y las primeras críticas, nadie quedó tranquilo.