Bañistas despistados, toallas mojadas. La pleamar pilló por sorpresa a algunos de los inquilinos de Riazor y Orzán que se quedaron en la arena a pesar de que las olas conquistaban rápidamente a su territorio y que el Concello había iniciado ya un dispositivo especial para evitar problemas. Alguna toalla mojada y papeleras desplazadas fueron el leve balance de la tarde.

A las cuatro de la tarde los servicios de socorrismo y la Policía Local iniciaban las operaciones en la plaza de Riazor y del Orzán. No se cerraron a cal y canto, sino que se acotaron por zonas. La previsión era que las olas alcanzasen los 2,8 metros. Riazor se clausuró para el baño entre la zona de la coraza hasta la altura del restaurante Gasthof, de cara a prevenir posibles accidentes.

En las aguas más peligrosas del Orzán, que se acordonó aproximadamente a la altura de la calle Sol, hubo que izar la bandera roja para impedir que hubiese problemas con los bañistas, que poblaban los arenales en una tarde de agosto con sol.

El balance fue muy leve. Toallas empapadas, carreritas precipitadas para escapar del agua y algún móvil inservible. En cuanto al mobiliario urbano, según informa el área de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento, tiró algunas de las papeleras de las playas con sus mástiles y desplazó las pasarelas que usan las personas con movilidad reducida para aproximarse a la arena.

Algunos viandantes que se aproximaron demasiado a las barandillas en la zona de las Esclavas también acabaron remojados por las olas que rompían contra el paseo marítimo, que apenas se empapó. En todo momento quedaron algunas zonas de la playa abiertas para, por lo menos, tomar el sol. Muchos usuarios de la playa optaron por arrimarse lo máximo posible al paseo o, directamente, estirar sus toallas en las gradas sin balaustrada. El dispositivo, en el que participaron el servicio de Socorrismo y la Policía Local, se dio por finalizado en torno a las ocho de la tarde, según informaron desde el Concello.