La conmoción que en 1996 supuso el derrumbe del vertedero municipal de Bens llevó al entonces alcalde, Francisco Vázquez, a plantear un modelo diferente para la gestión de los residuos al que se aplicaba en la ciudad de forma tradicional. Frente al mero enterramiento de la basura, el regidor, acostumbrado a ir por libre con relación a otras administraciones, puso en marcha un complejo para el reciclaje de los desechos urbanos a en el lugar de Nostián, que inició su actividad en el año 2001 y que incorporó además a los municipios del área metropolitana a través del Consorcio As Mariñas.

La Xunta había creado ya en 1992 una empresa mixta para el tratamiento de los residuos de toda Galicia, Sogama, que se instaló en Cerceda con el objetivo de generar energía mediante la incineración de la mayor parte de la basura. El Gobierno local coruñés rehusó incorporarse a este sistema, lo que provocó un continuo enfrentamiento durante los sucesivos mandatos de Manuel Fraga en el Gobierno autonómico, mientras que el PP coruñés, desde la oposición municipal, desacreditaba continuamente la labor que se realizaba en Nostián. Lo cierto es que los populares tenían fácil esta tarea, ya que el complejo destinado a reciclar los residuos sufrió a lo largo de su historia toda clase de incidencias, como el reventón de uno de sus biodigestores, el agotamiento de los vertederos donde arrojaba los desechos no reciclables, huelgas de su personal y la imposibilidad de comercializar el compost producido a causa de su baja calidad.

La llegada del PP al Gobierno local hacía prever un cambio radical en la política hacia la planta, pero, sorprendentemente, este partido pasó a convertirse en el mayor defensor de la instalación. Los responsables municipales no desvelaron el contenido de las auditorías técnica y de gestión realizadas sobre el complejo hasta que este periódico los publicó previamente y el equipo de Carlos Negreira insistió una y otra vez en la viabilidad del modelo de Nostián y en su compatibilidad con el de Sogama, con el que pretendía establecer una cooperación regular.

Pero la pérdida del poder por los populares devolvió las aguas a su cauce. Con Marea Atlántica en la Alcaldía, el PP retomó su apuesta por el recinto de Cerceda. Cuando el pasado mes de abril el alcalde, Xulio Ferreiro, y la conselleira de Medio Ambiente, Beatriz Mato, se reunieron para abordar el problema de los residuos en el área coruñesa, la responsable autonómica evitó confirmar si su departamento aportará los 10 millones de euros que figuran en el plan general coruñés como financiación de la Xunta para la mejora de la planta de Nostián.

Mato se limitó a decir que tanto el complejo coruñés como el de Lousame, que también sigue el modelo de reciclaje, "deben avanzar" en la participación en Sogama, ya que considera que es "el modelo de gestión adecuado". A Coruña precisa con urgencia poner en marcha las mejoras en Nostián, ya que en 2019 concluye la actual concesión de la planta y pretende licitar su gestión con unas condiciones adaptadas a los requisitos exigibles en la actualidad. Lejos de respaldar esta petición, la conselleira solo dijo que con las inversiones realizadas, el próximo año Sogama podrá tratar la basura de toda Galicia.

Nostián se enfrenta además a otro problema con la decisión de Arteixo, gobernado por el PP, de no integrarse en la futura mancomunidad que sustituya al Consorcio As Mariñas, lo que le dejaría sin los residuos de ese municipio y reduciría por lo tanto sus ingresos, aunque el alcalde, Carlos Calvelo, aún no ha desvelado si optará por Sogama.