Una operación inusual tras la verja de entrada al Puerto llamaba ayer la atención de los inquilinos de los pisos altos de Sánchez Bregua y la plaza de Ourense: el desmontaje de dos de las grúas del muelle de Calvo Sotelo, características siluetas del horizonte industrial coruñés. No son las primeras. Solo quedan dos en pie, aún con actividad. El destino de las desmanteladas, según fuentes portuarias, es un desguace portugués al que han sido vendidas. No estaban en uso pero sí formaban parte de una maqueta: cuando Joan Busquets diseñó la transformación de los muelles, optó por dejar seis de estas estructuras como "parte de la memoria histórica del puerto".

Sobre ese muelle, el arquitecto catalán ideó, hace un decenio, una serie de edificios de apariencia cristalina de usos "cívicos, de equipamiento y terciarios", un espacio para que la gente fuese "a pasear", como "los nuevos Cantones al lado de los Cantones". A su lado, las grúas, que Busquets quiso preservar para recordar a las generaciones venideras su pasado y la importancia de A Coruña como ciudad portuaria.

La maqueta se quedó en maqueta y hoy espera por dos cuestiones. La primera, el traslado de toda la actividad del muelle a punta Langosteira (el de Batería está prácticamente consumado) y la enajenación de los terrenos, que requiere de un acuerdo entre Concello y Puerto. Ambas administraciones tendrían que sentarse con Puertos del Estado ahora que se inicia el curso para desatascar el cambio urbanístico y decidir qué edificabilidad se le da a cada una de las zonas liberadas.

El Concello se mostró dispuesto a adquirir los terrenos en venta y la Autoridad Portuaria defiende que necesita el dinero para pagar el puerto exterior, tal y como recoge el convenio que sustenta la operación urbanística firmado por Francisco Vázquez y Magdalena Álvarez. La sucesión de elecciones, la posibilidad de que haya una tercera convocatoria en las generales y la inminencia de los comicios autonómicos no conforman el ambiente propicio para llegar a tal pacto.

Las estructuras desmontadas, sin protección patrimonial, ya no estaban en uso desde hace años, puesto que además cada empresa tiene ahora su propia maquinaria. Según fuentes próximas al puerto, acabarán en manos de una gran chatarrería portuguesa, que pagará por ellas. Así, los responsables de la urbanización de Calvo Sotelo tendrán que encontrar otras grúas para que, tal y como ideó Joan Busquets para el lugar, los coruñeses puedan pasear entre las huellas de la "memoria histórica" de su puerto.