Lucy Gilliam, doctora en Ecología Microbiológica y Ciencias del Suelo, fue una de las invitadas para la segunda jornada de la tercera edición del festival Mar de Mares, en la que habló de su experiencia como cofundadora de eXXpedition. Este proyecto, que está compuesto exclusivamente por mujeres, trata de determinar el nivel de polución plástica de las aguas y el efecto que esta tiene tanto en el medio ambiente como en las personas. La coruñesa Sofía Toro, campeona olímpica en Londres 2012 como regatista, participó también en el festival, en el que habló de su relación con el mar.

El proyecto eXXpedition, contó Gilliam, surgió como respuesta al sexismo que tanto ella como su amiga y cofundadora de la iniciativa, Emily Penn, sentían que existía en el mundo marítimo. Fue por esto que decidieron lanzar una expedición que promoviera el no solo el papel de la mujer en el mar, sino también en la ciencia y la tecnología. "Incluso en los últimos Juegos Olímpicos, los medios se centraron tanto en el peinado o el maquillaje que llevaban las deportistas en lugar de en sus increíbles habilidades", lamentó Gilliam.

"Dedicarte a esto es muy difícil para la mujer", añadió Sofía Toro. El problema, explica, no es tanto el sexismo en la vela olímpica, en la que ella no recuerda haber sufrido discriminación, sino "saltar a proyectos más grandes, como convertirte en árbitro, juez o adiestradora", ámbitos en los que todos suelen ser hombres. "Para dedicarse a esto toda la vida se le cierran muchas puertas a las mujeres", lamentó, aunque destacó el gran avance que ha habido en la competición, en la que afirma que la proporción entre hombres y mujeres es casi del 50%.

La tripulación de eXXpedition se compone normalmente de catorce mujeres que sufragan los gastos que supone el proyecto de forma privada, aunque Gilliam explicó que muchas de ellas acuden a plataformas de financiamiento colectivo para poder hacer frente al gasto. Antes de iniciar la travesía, todas las integrantes de la expedición se hacen un análisis de sangre que envían a Suecia a la doctora Anna Kärrman. Ella se encarga de determinar los niveles de diferentes sustancias tóxicas que tiene cada una de las tripulantes. Lo interesante, cuenta Gilliam, es fijarse en las diferencias entre unas y otras según sus edades y lugares de origen. "Sue, la mayor de nuestros miembros, dio niveles altos de un pesticida que fue prohibido a finales de los años setenta, el DDT", explicó Gilliam, mientras que la sangre de las más jóvenes no tenía restos de este tóxico, lo que demuestra que la regulación consiguió que el químico "desapareciera del medio ambiente y de nuestra sangre". Estos datos los incorporaron al proyecto de las Naciones Unidas Safe Planet, en el que contribuye gente de todo el mundo.

Una vez en el mar, su trabajo consiste en analizar sus niveles de toxicidad. Los datos que recopilan son volcados en una aplicación de código y acceso libres que fue desarrollada por una profesora de la Universidad de Georgia.

Sofía Toro, que en la actualidad tiene su mirada puesta en Tokio 2020, mostró su acuerdo con la científica, ya que la contaminación del mar es un tema con el que está familiarizada por su profesión. "Navegar entre mares contaminados con residuos nos afecta incluso a la competición", explicó la deportista, "tenemos que ir esquivando la porquería porque si se te engancha el plástico te ralentiza". Toro aprovechó la ocasión para recordar el mal estado del mar en los juegos de Río, que fue la causante de la infección de una herida que se hizo un regatista navegando.