La actriz y bailarina tinerfeña Paula Quintana presenta esta tarde Latente, un espectáculo seleccionado como candidato a los Premios Max 2016 en la primera selección y premiado como "mejor espectáculo de nueva creación" en la Feria Umore Azoka 2015 de Leioa. La cita comenzará a las 20.30 horas en el teatro Rosalía.

-Latente combina humor absurdo, danza contemporánea, teatro y flamenco. ¿Cómo se trasladan referencias tan heterogéneas a escena?

-Al final son todo maneras de contar, no se trabajan los diferentes estilos desde un punto de vista técnico, de fusionar unos con otros, sino que de repente hay sentimientos que se expresan mejor con el texto y otros mejor moviéndose. Al final, se complementan unos estilos a otros y se crea un único lenguaje, que es el del personaje que está en escena. Lo importante es conectar con el espectador y transmitir.

-Colabora con diferentes compañías, pero en esta obra se enfrenta usted sola a cada una de las escenas. ¿En qué medida esto hace más difícil o sencillo el desarrollo del espectáculo?

-El trabajo es diferente estando a las órdenes de alguien o siendo tú el creador, pero una vez que subes al escenario es lo mismo, me olvido que soy yo la directora, hay que jugar e interpretar igual.

-¿Cómo se prepara un espectáculo de estas características?

-Yo parto de una necesidad de contar algo, de reflexionar sobre algo y, a partir de ahí hay que buscar la manera en la que eso se puede comunicar mejor. Mi intención no es darle una respuesta al espectador, sino lanzarle preguntas de algún modo, tratar emociones humanas que todos conocemos: el deseo, las frustración, la desesperanza, el desamor... Se trata de generar esas emociones en el espectador, que sienta empatía de alguna manera con el personaje que está viendo sobre el escenario y que eso le pueda hacer reflexionar sobre su propia vida.

-Afirma que Latente nació por una necesidad de contar. ¿Qué era lo que quería exteriorizar con este espectáculo?

-Latente habla sobre el bucle del ser humano, que está continuamente intentando ser feliz. Habla sobre los sueños y la rutina de cada día. En la vida cotidiana, a veces nos metemos en un bucle y en ocasiones no hacemos caso a lo que realmente queremos.

-¿Es sencillo abordar una cuestión tan compleja desde el humor absurdo?

-Al final todo es muy absurdo, una cosa de rutina, de repetición, de seguir una serie de parámetros. Ese continuar sin pararnos a pensar en lo que estamos haciendo se puede tratar de forma absurda. Es bueno tratar las cosas con humor. A veces a los temas más serios del mundo es más fácil quitarles importancia si se tratan con humor. Muchas veces se asocia la danza contemporánea a un carácter muy dramático en la pieza y no creo que tenga que ser así siempre, a veces un momento de frescura viene bien, máxime cuando de trata de temas existenciales.

-¿Está educado el público español para descodificar los mensajes proyectados a través de la danza?

-Yo creo que sí, el problema es que hay mucha confusión, para mi gusto. A veces vamos con una excesiva preocupación por tratar de entender literalmente lo que nos están contando. Lo mejor que hay que hacer es dejarse llevar por lo que uno está viendo sin preocuparse demasiado. En ocasiones hay cosas que no se entienden por la lógica sino a través de las emociones. Son obras hechas para que el espectador se pregunte cosas y eso es lo bueno, si fuera un mensaje clarísimo se daría y ya está.

-Ha realizado montajes fuera de España. ¿Alguna diferencia entre la acogida que hay en este y otros países?

-En los países en los que he trabajado, la gente siente la cultura como algo que les pertenece, esa es la sensación que a mí me da, y es una sensación que la verdad es que no he tenido en España, el que defendamos la cultura como podemos defender la sanidad o la educación. Pero, a la hora de actuar es exactamente igual, la gente tiene las mismas emociones.

-¿Que mejore la salud cultural es cuestión de dinero o de la necesidad de una mayor formación cultural que permita descodificar los mensajes artísticos?

-Yo creo que tiene que ir a la par. Evidentemente, el sector profesional cultural está muy mal. Hoy mismo me ha llegado la noticia de que una compañía emblemática en España va a cerrar después de 26 años y eso es una pena. Yo creo que hay que cambiar la gestión en general de la cultura, la manera de plantearla. Si se gestiona bien, si los profesionales pueden trabajar correctamente, harán productos que enganchen a la gente y a su vez generen público, son elementos que se retroalimentan. Incluso habría que apostar por la inversión privada, en otros países hay leyes de mecenazgo e incentivos que añaden valor a la cultura y en España eso no ocurre.

-Hablaba antes de que Latente parte de los sueños. ¿En qué medida ha podido realizar los suyos a lo largo de su carrera?

-Soy una persona que sueña mucho pero no veo los sueños como algo inalcanzable, al contrario, más que soñar es desear algo e ir a por ello no de una manera competitiva y frustrante. Hay que ir disfrutando en el camino, no es fácil y hay que trabajar mucho y hacer sacrificios pero es lo que conlleva dedicarte a lo que te gusta. En ese sentido sí que me considero muy afortunada, la verdad.

-¿En qué otros proyectos está trabajando en este momento?

-Además de bastantes funciones que tengo previstas estos meses con Latente y con Amarga Dulce, la otra obra que tengo, estoy comenzando la creación de una obra nueva que espero que se estrene a principios de 2017 y que se titulará Lo otro. Y luego también tengo Arena negra, que es un cortometraje de danza.