A Coruña y el mar forman un matrimonio que nada ni nadie deberían romper. Por eso el futuro que espera a una de las fachadas marítimas de la ciudad, la de la bahía portuaria, debería pertenecer a los vecinos, a los coruñeses. Ellos deberían ser quienes decidiesen o presionasen para que la futura venta de los muelles petrolero, Calvo Sotelo y Batería para costear las obras del puerto exterior permitiese conservar el espacio que quedase libre como un bien de uso público. Esta fue la idea común con la que ayer concluyeron sus intervenciones los participantes en el debate organizado por el Sporting Club Casino titulado Repensar Coruña: entre la utopía y la realidad.

La cita reunió al concejal de Rexeneración Urbana, Xiao Varela; al experto en desarrollo urbano Andrés Precedo; y al arquitecto y expresidente de la delegación coruñesa del COAG Alberto Unsain. El repaso a las grandes transformaciones ocurridas en el puerto y su entorno a lo largo de la historia y las soluciones que en el futuro inmediato pueden tener los muelles liberados ocuparon gran parte de sus discursos. La Autoridad Portuaria declinó la invitación a participar en el debate.

Xiao Varela insistió en el deseo de "abrir la ciudad al mar" para realzar la riqueza patrimonial de la zona y diversificar los usos de los terrenos portuarios para acercárselos a la ciudadanía. Anunció que a comienzos del año próximo el Concello abrirá un foro ciudadano para decidir qué usos concretos proponen los vecinos.

Precedo defendió la conservación de la curva de la bahía, como han hecho muchas ciudades portuarias del mundo, después de explicar y criticar la construcción en los últimos años de "tapones" y grandes edificios, como Palexco o el centro comercial, que han tapado las vistas de la fachada urbana.

Unsain, contrario al "negocio" y partidario del "ocio", recordó que la presión ciudadana motivó en el siglo XVIII que la construcción del malecón del puerto generase una importante superficie urbana aprovechable para la población, los actuales jardines de Méndez Núñez, en lugar de metros cuadrados de uso industrial.

Todos coincidieron en que los muelles liberados dejarán un apropiado espacio urbano para dar solución a problemas de movilidad y conectar mejor la zona con el centro; alguno sugirió incluso que San Diego sería la ubicación ideal para la estación intermodal.