Como Bill Murray en Atrapado en el tiempo, A Coruña vive su día de la marmota. Más bien su otoño de la marmota. Al igual que hace doce meses, el Gobierno local de Marea Atlántica y el grupo municipal del PSOE afrontan una negociación fundamental para que el Ayuntamiento disponga de nuevas ordenanzas fiscales y presupuesto en la entrada de 2017. Hace un año, Marea y PSOE pactaron los nuevos baremos de los impuestos sin grandes dificultades y en tiempo récord, con amplio margen para su entrada en vigor el 1 de enero. Aquel acuerdo aventuraba la aproximación entre dos partidos políticos de cuyo consenso depende el fluido engranaje de la maquinaria municipal porque así lo dicta la relación de fuerzas emanada de las elecciones de 2015. Pero el acuerdo fiscal no fue más que un oasis en un desierto de desencuentros en los meses siguientes, contaminados, no debemos olvidar, por la sucesión de citas electorales en los que cada parte defendía sus intereses. En ese tiempo, el presupuesto supuso la punta del iceberg que hiela las relaciones entre ambos grupos. Superado en principio el ciclo electoral, a la espera de qué sucede con la investidura de Mariano Rajoy, Marea y PSOE han emprendido contactos nada prometedores por ahora, en los que incluso los socialistas han sondeado la posibilidad de conformar un gobierno de coalición después de afrontar "un periodo de reflexión del grado de acercamiento" respecto al Ejecutivo. Pero Marea prefiere caminar sola. Por ahora. Los ataques y la desconfianza lastran la relación entre el Gobierno local y su "socio preferente", como Marea se refiere al PSOE tras la demanda expresa de los socialistas para que les reconociera ese estatus. Mala semilla para engendrar un pacto estable, que debería sustentarse en la confianza, la lealtad y la colaboración mutuas, inexistentes hasta la fecha. Ambos se enfrentan al reto de demostrar que son capaces de entenderse por el bien de la ciudad. Sin líneas rojas y con exigencias y cesiones equilibradas, no descabelladas. A los embrionarios contactos iniciados por los impuestos les seguirá o los solapará la negociación del presupuesto. Solo si son capaces de entenderse en estos dos asuntos, claves para la ciudad, tendrán argumentos sólidos para concretar un marco estable de relación política, incluso bajo la fórmula de un gobierno de coalición.