La curva de entrada a la ciudad en la rotonda de Casablanca es muy pronunciada y en descenso, lo que genera continuos accidentes, especialmente en días de lluvia. Los vehículos se salen de la calzada y golpean la barandilla y las farolas situadas en la acera, que aparecen repletas de golpes, algunos de ellos de gran tamaño, por lo que el lugar parece una pista de coches de choque en lugar de una vía pública.