Covadonga Carrasco y Juan Creus tienen su estudio en la calle Tinajas. Pasan todos los días por un lugar en el que pueden dejar huella. Son los arquitectos ganadores del concurso del Concello para mejorar la Marina. Se sentaron a pensar con la historia de la zona en la mano, remontándose a cuando ni había dársena. Hasta dónde llegaba el mar, cómo se transformó. Conscientes además del riesgo para un arquitecto de intervenir "en el gran salón de la ciudad", un espacio controvertido y ya construido. Ganadores del Premio Galego de Arquitectura 2016 y artífices de la alabada rehabilitación de la Fundación Seoane hace casi dos décadas, explican la filosofía de un proyecto que aún se tiene que definir.

-Tienen el estudio casi pegado a la zona de intervención, la conocerán bien ¿Eso facilitó el diagnóstico y las soluciones?

-Pasamos todos los días varias veces, porque tenemos el estudio en la Ciudad Vieja y vivimos en la zona de Linares Rivas. Con la bicicleta o caminando. Al pasar habitualmente, sí te das cuenta de cómo funciona, qué te gustaría, qué echas en falta? Eso no quiere decir que alguien de fuera no pueda dar una solución, desde la distancia siempre se encuentran cosas.

-¿Qué percibían que se podía cambiar o mejorar?

-Cosas como que en los días de sol parece que necesitas algo cubierto, que un elemento de agua no estaría mal, que parece que empieza y acaba de manera no muy clara, que este espacio tan grande necesitaba algunas referencias? cosas que siempre se pueden mejorar.

-¿Qué tipo de referencias?

-Cuando nos invitaron a participar en el concurso, nos fijamos en cómo había ido evolucionando históricamente la zona, desde antes de existir dársena incluso. El que la gente pueda saber cómo se ha ido transformando, marcarlo de alguna manera en el espacio, nos parece interesante. Como recuerdo de lo que fue y de como evolucionó. Cómo eran los límites, hasta dónde llegaba el agua, que había una fuente, la famosa fuente de la Fama? Ese tipo de cosas está bien que se conozcan y hacer referencia a ellas.

-Es una zona sensible. A un lado el mar, al otro la gran postal de la ciudad. ¿Cómo planteáis la relación con una y con otra?

-Pues teníamos que intentar que una fuese partícipe de la otra. La importancia de ese espacio está precisamente en las dos fachadas paralelas, la de la mar y la de las galerías, en su relación transversal, en la perpendicular que va de las galerías al litoral, las bocas de las calles que van desde las galerías y que enfocan visualmente el mar... Y a la vez, nos interesaba mucho el tema de cómo se podían mejorar las visuales tanto hacia las galerías como hacia el mar una vez que estás dentro de ese espacio. Llegamos a la conclusión de que sus límites -entre la Casa Molina y Puerta Real y la Autoridad Portuaria y Casas de Paredes- no estaban muy claros. Que a esos dos extremos parece que les faltaba algo que los definiese como inicio y fin del gran salón que es el espacio.

-¿Y qué solución ofrecen?

-Ahí es donde proponemos unas plazas un poco elevadas, que permiten tener una visual del mar y de las galerías más claras, además de funcionar de remate de ese espacio.

-Idean una pérgola entre zonas verdes e infantiles.

-La pérgola es un elemento más, no es el más importante. Es resultado también de lo que nos pide el Ayuntamiento y pide la gente que usa ese espacio. Sombras, tener alguna pieza a cubierto, mejorar un poco la zonas de juegos de los niños? Todo eso nosotros lo resolvemos con ese elemento, que puede tener muchas funciones: cubrir del sol, la lluvia, que pueda ser un lugar de estancia, no solo de recorrido, que puedan salir de él los juegos de niños y estos sean partícipes del elemento vegetal, también como límite de la zona infantil. Hay que buscar que tenga una lectura uniforme, que no sean elementos aislados, cada uno con una respuesta de diseño diferente, sino que todo responda a una idea global.

-¿Y qué se hace para evitar que tenga impacto visual?

-La ejecución no está hecha pero la idea sería que predominase la planta, el tema vegetal, al nivel de las copas de los árboles, como a tres metros de altura. La idea es que no tenga mucha presencia el soporte sino lo que soporta. No puede ser ni muy alto ni muy grande porque lo que hay que ver son las galerías y el mar. Hay que ser cuidadosos con la escala, por el impacto visual que pueda tener.

-También incorporan unas gradas en el litoral.

-La propuesta tiene una serie de ideas que para nosotros eran interesantes para el espacio. Esto no quiere decir que se vayan a hacer todas. Hay que tener en cuenta que hay un presupuesto y otros condicionantes y no se va a poder hacer todo ni mucho menos. Entre nuestras propuestas están estos elementos que lo que intentan es acercar al paseante al mar. El agua siempre es un elemento atractivo, estás muy cerca de él pero a la vez el borde del cantil es una barrera. Pretendíamos acercarlo al paseante, que se pueda sentar casi al borde. Y ahí sí tenemos referencias como la Plaza del Comercio de Lisboa, Viana do Castelo, Venecia? cantidad de sitios que intentan acercar el espacio público al mar.

-¿Para un arquitecto es un riesgo intervenir un espacio tan céntrico, tan controvertido y del que todo el mundo va a opinar?

-Sí, es un riesgo muy alto. De hecho cuando nos invitaron al concurso, se lo agradecimos al Ayuntamiento por pensar en nuestro equipo, pero también pensamos "en qué lío nos habéis metido". Porque es el gran salón de la ciudad, que además ya está construido, no partimos de cero. Existen una serie de intervenciones con dinero público y partimos de eso, de intentar mejorarlo y buscar otras cosas. Es difícil, claro, difícil y arriesgado. Sabemos que no todo el mundo va a tener la misma opinión sobre lo que se haga pero esperamos que le guste al mayor número de gente. Queremos una buena solución.