Para celebrar el 69º aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, la compañía Sudhum Teatro y la Asociación por la Libertad Afectiva y Sexual de A Coruña (ALAS) se han unido en dos sesiones teatrales, Fraude y Silenciados, que aterrizarán en el teatro Colón el 9 y 10 de diciembre, respectivamente. Con los montajes, tanto ambas entidades como el auditorio del Relleno, pretenden visibilizar la realidad del colectivo LGTB, así como concienciar a la sociedad sobre la igualdad de todas las personas.

"Hay que utilizar la cultura como herramienta para mostrar las diferentes diversidades afectivas y sexuales", explica el representante de ALAS A Coruña, Tono Conchado. "Lo que no ves no existe, así que es importante que se tome la decisión de traer este tipo de obras y organizar eventos sobre este tema", añade.

El espectáculo por el que su organización ha apostado para lograrlo es Fraude, una historia centrada en el famoso falsificador de cuadros de los años 70, Elmyr de Hory, encarcelado en España por su condición sexual. "Estuvo apresado por la Ley de Vagos y Maleantes", cuenta el portavoz de Sudhum Teatro, Gustavo del Río, en referencia a la norma destinada especialmente a mendigos y proxenetas, y que finalmente acabó por aplicarse también a los homosexuales. La represión sufrida por De Hory la comparten también los cincos protagonistas de Silenciados, la obra aportada por la entidad de Del Río. "Silenciados cuenta la historia de cinco personas asesinadas por discriminación sexual. Son cinco casos reales, que están representados en diferentes partes del mundo y que nos han llevado a ser muy fieles con lo que estábamos contando", dice Gustavo. A pesar de que el contenido sea crudo, Del Río asegura que la narración no es demasiado dura: "Si la contásemos de una forma muy directa, el público la rechazaría. Así que también tiene humor, música y muchos sentimientos con los que el espectador puede sentirse identificado".

Para fomentar esta conexión, el elenco de Silenciados mantendrá al final del acto un encuentro con los asistentes dirigido a debatir y avanzar en su concienciación. Un propósito que, según Gustavo del Río, siempre puede lograrse: "Hace unos días nos llegó un mensaje de un chico que vino a ver la pieza. En él, decía que, al terminar la obra, había adquirido la confianza necesaria para decir en su casa 'mamá, me gustan los chicos'. Simplemente que alguien salga de la función y diga eso ya es un triunfo", declara.