Cuando estudiaba en un colegio especializado para sordos, sus profesores le dijeron que desistiese de estudiar una carrera universitaria, que no podría. Si hubiese seguido aquel consejo, hoy Iván Vázquez, de 24 años y natural de Santiago de Compostela, no estaría cursando su segundo curso de Educación Social en la Universidade da Coruña. "A todos los que estén en mi situación me gustaría animarles a no hacer caso a este tipo de consejos. Si quieren, pueden". Lo cuenta él pero le pone voz por teléfono una intérprete de lengua de signos que, desde Madrid, se comunica con Iván a través de videoconferencia, con un servicio especializado en facilitar a personas sordas la comunicación por vía telefónica.

Su apuesta por esta carrera es vocacional. Desde siempre tuvo interés en la educación y su experiencia personal le ha motivado para querer llevar a la docencia una sensibilidad hacia las personas con discapacidad que, cree, falta en muchos profesores de hoy. "A veces, cuando voy a hablar con algún profesor, se impresionan un poco. Parece que no saben cómo tratar con una persona sorda y eso es por falta de información", comenta.

Iván es el único alumno sordo de su promoción. En clase se sienta en primera fila y le acompaña una intérprete de signos, facilitada por la Unidad de Atención a la Diversidad (ADI) de la Universidad, que le ayuda a hacer comprensibles las palabras del profesor o las intervenciones de los compañeros. "Para los apuntes es más complicado. Si hay power point, se lo pido al profesor y, si no, me los deja algún compañero", explica este joven.

Pero una de las caras más duras de la discapacidad auditiva tiene que ver con la dificultad de entablar relación con otros estudiantes. "No me siento integrado, hablando claramente", lamenta. Aunque reconoce que algunos compañeros tratan a veces de hablar con él, otros, percibe, ni lo intentan. "Algunos me miran con cara de miedo, de rechazo. A la hora de hacer grupos con otra gente, ellos se ponen a hablar y yo no me entero de nada. Es duro", reconoce Iván, que insiste en la necesidad de sensibilizar a la sociedad sobre cómo tratar a las personas con esta discapacidad. Sin necesidad de aprender lengua de signos, cree que con algunos trucos, como hablar despacio y ponerse en frente a la persona sorda, sería posible lograr una comunicación más fluida.

En cuanto al futuro, lo observa con escepticismo. Las ayudas que la Universidad ofrece a las personas de este colectivo para salir adelante en sus estudios finalizan cuando obtienen sus titulaciones, lo que les deja en una posición más complicada a la hora de acceder al mercado laboral. "No veo muy claro el futuro. A lo mejor las empresas no quieren contratarme porque piensan que no valgo al estar sordo. Sea como sea, tengo la vocación de orientarme al área de profesorado", asegura. Sí tiene claro que, pese a las adversidades seguirá luchando, como lo ha hecho hasta ahora.