-¿Cómo se gestó el retrato de Francisco Vázquez? ¿De quién fue la idea de que le pintase con el traje de gala de embajador?

-Fue en 2010, le tocaba a Francisco Vázquez pasar a formar parte de la galería de María Pita, a él le gustaba mi obra y me encargó el retrato y yo, encantado. El retrato trata de la figura humana y es un límite de los pocos que tiene la pintura. Hay que luchar contra los límites, tiene que ser parecido y hay que ponerse de acuerdo con el retratado, a mí me gusta hablar con él, porque psicológicamente siempre se saca algo. Él me dijo que le gustaría mucho salir con el uniforme de embajador y la verdad es que yo no tuve ningún inconveniente y también con todas las condecoraciones que ha ganado en su vida y, a mí, me divertía hacer esa parte de la joya en sí.

-¿Cuándo empezó a pintarlo?

-Fue muy bonito, porque empecé a pintarlo en la embajada de España en la Santa Sede, que es de las más bellas del mundo, cuando él estuvo allí. Fui tres veces y me acogió tan hospitalario y tan encantador, que fue maravilloso. Allí pintó Velázquez, en las cocinas, está probado, y fue una estancia maravillosa, fuimos hasta El Vaticano en visita privada...

-¿Y cómo hizo el retrato, tuvo que posar el exalcalde?

-Cada uno tiene su método. Yo soy un pintor tradicional, el sistema que tengo es pintar lo máximo posible con el modelo, porque hay cosas que necesito hacer en directo, como la expresión y la cara. El fondo, el decorado, las telas o el uniforme, no me importa hacerlos con las fotos. Primero hago fotos y muchos dibujos, hago un encaje con carboncillo, me lo llevo conmigo y trabajo con él. La cara no, la cara es al natural, el modelo posa. Es un retrato muy trabajado porque debajo del que ves hay dos o tres.

-¿Por qué?

-Porque le fui cambiando el fondo. No me gustaban hasta llegar a este. Si rascas puedes ver uno con fondo azul claro y otro con el fondo granate más claro. Como no se colgó cuando tocaba por temas de tiempo y hubo que esperar, seguí trabajando en la obra, fue reposando.

-¿Por qué lo cuelgan ahora?

-Fue ahora cuando se echó en falta, el actual alcalde, Xulio Ferreiro, con mucho sentido común, le dijo a Vázquez que faltaba su retrato y él le dijo que estaba hecho desde hace mucho tiempo. En todo ese tiempo, yo seguí trabajando en la obra.

-Empezó en 2010, pero ¿cuándo lo terminó?

-Trabajé en él sobre todo al principio, después lo iba dejando y como hay que trabajar con modelo... Está firmado en 2016, este año ya se barnizó y ya lo dejé de tocar.

-Es un cuadro que parece un currículum vitae, ¿era esa la intención?

-Él se siente orgulloso de su vida y de su historia y habrá que preguntarle por qué ha querido hacerlo así. Yo no tuve nada en contra de sacarlo como él quería.

-¿En las sesiones de posado iba vestido con este traje de gala?

-El primer día, como el traje es muy incómodo, hice una sesión larga de fotos, cambié de cuarto, vi las luces, cogí tres o cuatro posibilidades y, al final, fui desechando y quedándome con la que más me interesaba. Es una mezcla de varias, cuando tengo armado el encaje del dibujo, pues ya trabajo con el modelo, para ver las notas de color... Siempre debajo hay un dibujo al que se le va añadiendo color, no está proyectado.

-Hay mucha presencia del amarillo y el dorado, ¿fue complicado darle una armonía a esos colores en el cuadro?

-No, todo es cuestión de técnica y de años. En el fondo, al tener ese tiempo tan prolongado, puedes hacer lo que quieras. No es más complicado un brillo o un oro que una tela oscura.