La menor de 15 años que grabó con su teléfono móvil a principios de este mes a su abuelo mientras abusaba de ella ya había sido presuntamente agredida sexualmente en 2013, cuando tenía 12 años, por un conocido de sus padres de 45 años que trabajaba en la tienda de piensos que ambos regentaban en una localidad del área metropolitana de A Coruña.

El sospechoso, según consta en el auto de procesamiento que da por concluida la instrucción del caso, se aprovechó, a principios de 2013, "del alto grado de manipulabilidad" de la madre de la niña, debido al fallecimiento de su padre y a la muerte de un hijo que tuvo con su marido a los pocos meses de nacer, para ganarse su confianza. El procesado por un delito continuado de abusos sexuales y de otro de corrupción de menores se hizo pasar por un brujo con poderes paranormales que le había traspasado un chamán fallecido. El entorno familiar de la niña -en ese momento residía con sus padres, su abuela y su abuelo al que grabó hace unos días mientras abusaba de ella- creía en la brujería.

La madre de la pequeña decidió marcharse de la vivienda familiar con la menor y su hermano, ambos adoptados, porque había sospechado de algunas conductas del abuelo paterno, que ya tenía antecedentes por, presuntamente, haber abusado sexualmente de dos familiares que nunca llegaron a denunciar los hechos. El trabajador de la tienda, a la vez que se ganaba su confianza, le hizo creer que tenía contacto con un brujo africano y con la reencarnación de Oda, una diosa de origen sudamericano, quienes le ayudarían a ella y a su hija a resolver sus problemas, recoge el auto. La mujer comenzó a intercambiarse correos electrónicos con el brujo, mientras que su hija lo hacía con Oda. Ninguna de las dos tenían conocimiento de que, en realidad, el empleado de la tienda se hacía pasar por ambos personajes para manipularlas y engañarlas.

Tanto la niña como la madre declararon que las conversaciones eran privadas y que ninguna tenía conocimiento del contenido de los correos electrónicos que intercambiaba la otra con los personajes relacionados con el mundo esotérico. El procesado, en los contactos que mantenía con la menor haciéndose pasar por Oda, elogiaba al empleado del negocio, es decir, a él mismo, y llegó a ejercer tal poder sobre ella que la manipuló hasta convencerla de que debía mantener relaciones sexuales con él. El imputado, que la ayudaba a hacer deberes, abusó presuntamente de ella en las ocasiones en las que su madre se ausentaba del negocio.

"El procesado suplantó la personalidad imaginaria de la diosa Oda con el propósito de convencerla para que mantuviese relaciones íntimas con él", señala la juez en el auto de procesamiento, en el que especifica que en abril de 2013 el acusado comenzó a enviarle mensajes, a través de Oda, "sobre el modo en que debería darle besos, desnudarse ante él y participar en los juegos sexuales que él le propusiese cuando estuviesen a solas". El sospechoso fue descubierto dos meses después, cuando la pequeña se dejó el correo abierto en casa de una vecina, quien alertó a los padres en cuanto leyó los mensajes que se intercambiaba con Oda. Los dos progenitores fueron de inmediato a denunciar ante la Guardia Civil.

La investigación del caso concluyó con el procesamiento del sospechoso, pero también de la madre por no proteger debidamente a su hija. La juez instructora sostiene que la mujer "contribuyó" al contacto entre el imputado y la niña. Además, asegura que le envió fotografías de la menor "casi desnuda", algo que la mujer niega. La niña también insistió en su declaración en que su madre nunca le sacó instantáneas con poca ropa ni, mucho menos, se las envió al procesado. De hecho, la menor subrayó que Oda le exigía que las fotografías las tomase ella misma y que ni ella ni su madre sabían que la diosa, en realidad, era el procesado. El padre de la niña no se personó contra su exmujer.