Proyecto Palmira ha vuelto a casa, el arteixán Daniel Yonte, y la burgalesa Beatriz Sanz que, durante más de un mes han estado en Grecia ayudando a los refugiados en su lucha por encontrar un lugar en el que sentirse menos fugitivos, menos ilegales y más ciudadanos, inician una nueva etapa de su proyecto.

Su objetivo, en este segundo viaje del año a Grecia era encontrar a personas con un perfil artístico que, si la burocracia lo quiere, puedan viajar a España y estar durante tres meses en el Centro Cultural La Harinera, en Pedro Muñoz (Ciudad Real) haciendo que nazcan nuevas obras de arte. El camino no fue fácil pero, finalmente, Yonte y Sanz, gracias a dos voluntarias, Berta y María, encontraron a dos personas dispuestas a embarcarse en esta aventura. Son Muhammad Amin Alali y Kawa Hadji Majid. "Aún falta mucho por hacer aquí, porque necesitamos que el Gobierno de España autorice su entrada", dice Yonte que, junto a Sanz, contó sus vivencias en la web de LA OPINIÓN.

Kawa Hadji tiene 34 años, nació en Hasaka, Siria, está casado y tiene tres hijos, de seis años, cuatro y un años. La familia abandonó su lugar de origen en 2013, durante la guerra, huyeron al norte de Irak pero este año decidieron cruzar a Grecia porque tanto la mujer de Kawa Hadji como dos de sus niños están enfermos. En su carta de presentación, Kawa Hadji, que es artista de profesión, se define como amante de las obras de Goya y también de don Quijote de la Mancha y no es raro ver a toreros e hidalgos en sus cuadros.

"Empecé a dibujar cuando tenía seis años de manera natural, sin que nadie me animase a hacerlo", recuerda Kawa Hadji, que no ha dejado de dibujar ni siquiera en los campos de refugiados, cuando su futuro es tan incierto. En sus recién nacidas obras, pueden verse las sombras de Don Quijote y Sancho Panza pasando por el campo de Katsikas rodeados de niños, sin miedo a los molinos de viento, que son más pequeños que las tiendas de campaña, o en una balsa, cruzando el mar hacia un futuro incierto.

Muhammad Amin Alali tiene 23 años, está soltero, nació en Damasco (Siria) y, al igual que Kawa Hadji, es solicitante de asilo en Grecia. "Perdí a mi familia y prácticamente todo lo que formaba parte de mi vida", explica Muhammad Amin Alali en su carta de presentación. Dado que su ciudad estaba siendo destruida decidió huir hacia Turquía con un grupo de personas que estaba en una situación similar a la suya, tras un mes de viaje, cuando ya se estaban acomodando los unos a los otros, llegaron a Aleppo, allí, una bomba reventó una tienda en la que el grupo había hecho una parada dejándolo cercenado. Tras estar dos años en Turquía, Muhammad Amin Alali cruzó el mar a Grecia en una balsa que se quedó sin combustible a mitad de trayecto. Reside en el campo de refugiados de Katsikas donde empezó a hacer fotografías de manera profesional, ya que lleva la página de Facebook Katsikas Live, en la que cuenta cómo es la vida allí. "La fotografía para mí lo es todo. Entiendo mi trabajo fotográfico como una forma de contar al mundo lo que nadie sabe, pero debería saber", relata Muhammad Amin Alali.

Es por ello por lo que en sus instantáneas, hay niños que se muerden la camiseta viendo al infinito, maderas con forma de barca que son juguetes, comidas de campaña y casas con forma de tienda. Proyecto Palmira -que financia sus proyectos con ahorros y donaciones a través de la cuenta ES42 1491 0001 2330 0006 2975, que les facilita la Fundación Iberoamericana de las Industrias Culturales- vuelve por unos meses a España, para cumplir con la burocracia que requiere mover de Grecia a dos personas solicitantes de asilo que, básicamente, se dedican a esperar, a esperar a que algo cambie. Para Yonte y Sanz, que tienen en mente volver en febrero a Grecia, lo peor de todo es pensar que todo este dolor podría haberse evitado.