La próxima semana alumbrará una nueva reunión entre el Gobierno municipal y el PSOE para intentar dejar a un lado las diferencias sobre el presupuesto y poder alcanzar un acuerdo. El Ejecutivo envió el jueves una carta emplazando a los socialistas a una reunión el martes o miércoles y estos han respondido que, allí a donde se les invite a negociar, irán.

En vista de la relación que han mantenido a lo largo del último año y medio y de la productividad que acostumbran tener este tipo de cumbres bilaterales, parece poco probable que de este encuentro pueda salir un acuerdo casi definitivo sobre las cuentas. La primera traba para ello es que ni siquiera existe un consenso sobre qué se debe negociar. El Ejecutivo reclama a los socialistas que, además de hablar sobre cómo fiscalizar la acción del Gobierno y velar por el cumplimiento de los acuerdos tras aprobarse el presupuesto, la reunión sirva para conocer qué partidas quiere incluir el PSOE y cuáles quiere suprimir o modificar, tomando como base el borrador que la Marea entregó a la oposición.

La hoja de ruta de los socialistas es bien distinta y hasta el momento apenas han apelado a consignas. Un presupuesto que hable de "un modelo de ciudad", que apueste por el "relanzamiento económico" y por el "progreso social" han sido algunas de las píldoras que han soltado en las últimas semanas los portavoces del partido ante los medios. Cómo se deben materializar esos deseos en forma de cifras de inversión es todavía un misterio que el PSOE no ha querido desvelar.

¿Cómo debe abordarse entonces la negociación en opinión de los socialistas? De acuerdo con su concejal José Manuel García, el Gobierno local debiera rediseñar el presupuesto desde cero, elaborando las previsiones de gasto por concejalía a partir de reuniones bilaterales entre ambos partidos. "Se trata de hacer un proyecto en el que nos sintamos integrados", remarcó García hace semanas.

Como trasfondo de todo este embrollo subyace un debate mayor: el de la entrada del PSOE en el Gobierno local. Los socialistas mantienen su oferta de una coalición sobre la mesa mientras en la Marea se rechaza tal posibilidad si no es posible crear un clima de "confianza". O lo que es lo mismo, mientras no se demuestre que son capaces de dialogar para llegar a un punto de consenso en el presupuesto.

Las posturas dentro de la formación del alcalde tampoco son homogéneas y hay quien sopesa la posibilidad de favorecer una entrada "controlada" de los socialistas para sacar adelante las cuentas. Para que este planteamiento tenga éxito sería necesario rebajar la oposición de los miembros del Gobierno que rechazan forjar una coalición con el actual PSOE coruñés y, por otra parte, alcanzar una mayoría entre las bases de la Marea Atlántica, que son quienes decidirán en última instancia si hay bipartito y que, de momento, no ven esta opción con buenos ojos.

La reunión de la próxima semana será la primera que el Gobierno mantenga después del pleno del 28 de diciembre, en el que los votos de PP y PSOE tumbaron la propuesta de cuentas del Ejecutivo local y el BNG, que logró introducir una enmienda con el apoyo de la Marea.

El portavoz socialista, José Manuel Dapena, había achacado la ausencia de contactos por parte del Ejecutivo al interés de Ferreiro por recurrir a la moción de confianza. Este mecanismo permitiría al Gobierno vincular su continuidad a la aprobación inicial de las cuentas. En caso de perder la votación, la oposición tendría la posibilidad de conformar un ejecutivo alternativo. Ferreiro siempre ha mencionado la posibilidad de echar mano de este recurso si bien lo ha considerado la peor de las opciones posibles.

Mientras las cuentas de 2017 no se aprueben, el Gobierno deberá gestionar la ciudad con los presupuestos de 2016 prorrogados. La intención del alcalde siempre fue que las cuentas pudiesen entrar en vigor en enero, un objetivo que los plazos hacen ya prácticamente imposible.