El ciclo Letras de Outono de la Fundación Luis Seoane se cierra hoy con la intervención del escritor Kirmen Uribe. El vasco, que en 2008 ganaba el Premio Nacional de Literatura con su obra Bilbao-New York- Bilbao, entablará a las 20.00 horas una conversación con los asistentes sobre su última novela, La hora de despertarnos juntos, un libro basado en hechos reales que narra las vivencias a las que se ve abocada una familia de Ondarroa con el estallido de la Guerra Civil.

-¿Qué es La hora de despertarnos juntos?

-Es mi novela más ambiciosa, la historia que siempre he querido contar. Habla de Karmele Urresti, una enfermera de mi pueblo que estuvo trabajando en Bilbao hasta que llegó la Guerra Civil y lo perdió todo. Se exilió a París, se casó con el músico Txomin Letamendi, y tuvo con él una hija. Pero llegó la Segunda Guerra Mundial y tuvieron que exiliarse a Caracas, donde Txomin fue reclutado para los servicios secretos vascos, que habían firmado un acuerdo de colaboración con la inteligencia estadounidense. Es la historia de una familia que abarca casi 90 años, una historia de espías... y también poética.

-¿Cómo aparece esa poética?

-Sobre todo a través de las imágenes que voy introduciendo. Por ejemplo, en el libro, al abuelo le incautan sus dos barcos de pesca y le prohiben faenar, obligándole a que permanezcan en tierra. Él hace mil alegaciones, porque los barcos que permanecen de ese modo se pudren. Pero no consigue nada. Así que, una noche de San Juan, decide prenderles fuego. Se dice: "Bueno, yo no podré faenar, pero los niños tendrán un gran barco pirata como lugar de juegos".

-Tanto en Bilbao-New York- Bilbao como en La hora de despertarnos juntos, echa la vista atrás y trata de desgranar la historia a través de los pasos de una familia, ¿por qué ese interés en el pasado?

-Creo que hay que mirar al pasado para ver lo que somos. La literatura tiene un poco de memoria y un poco de imaginación, y las dos siempre están en conflicto, porque uno cuando hace memoria va modificando lo que recuerda y se va inventando cosas que realmente no pasaron.

-Se trata de una historia basada en hechos reales, con un largo proceso de documentación detrás, ¿qué fue lo más sorprendente que encontró?

-Muchas cosas: las conexiones que tenían Aguirre y sus hombres con la administración estadounidense y británica, la existencia de toda una generación de gente que luchó en la resistencia de manera silenciosa... Pero sin duda uno de los hallazgos más representativos fue un informe secreto que se envió desde Caracas a Washington con el título The mission of Letamendi. Yo, que sospechaba que Txomi había sido espía bajo el mando norteamericano, conseguí la prueba definitiva. Efectivamente fue un espía, y además en el informe ponía que ni siquiera los vascos sabrían nunca el nivel de compromiso que tenía ese hombre.

-Es uno de los muchos personajes históricos que aparecen en la obra, pero también hay ficción.

-Las personas y los acontecimientos existieron, pero luego uno tiene que inventarse todas las escenas de la novela. Eso es muy bonito, porque lo que hace el novelista es ir por detrás de los personajes. No es un autor omnisciente que domina, sino una persona individual que va descubriendo verdades que han estado ocultas durante años.

-Las historias ocultas abundan en las guerras y ha rescatado algunas, ¿seguirá haciéndolo?

-Me han dicho que es una de mis señas de identidad, así que no sé si podré abandonar esa vía por completo. Sobre todo porque el lector me reconoce por querer dar voz a todos aquellos que no la han tenido antes. Pero, por otro lado, me apetece dejar libre a mi imaginación y ver hasta dónde puede llegar. Probablemente la siguiente novela será muy diferente, puede que todo ficción. Uno siempre se pone retos y quiere cumplirlos.

-Un tiempo en el que se centra en la novela es en la posguerra, un momento del que dice que no se habla mucho, ¿por qué cree que no se le ha dado visibilidad?

-Porque tenemos miedo de hablar de esos años tan duros. En muchos países del mundo que han tenido una dictadura luego se ha mirado atrás para ver lo que ha pasado, tratando de esclarecer quiénes son las víctimas y dónde están. Es un ejercicio muy sano que aquí aún no se ha hecho.

-¿Por qué?

-Porque la clase política tiene miedo de que vuelvan a surgir tensiones, pero no hay por qué tenerlo. Todas las familias tienen derecho a saber dónde están sus allegados. Para buscar la calma es necesario aclarar eso.

-Evitar tensiones requiere calma, la misma a la que se refiere con el título de su obra. ¿Llegará el día en el que la gente logre despertarse junta?

-Sí, llegará el día. Y hay que hacerlo como país y como sociedad. Despertarnos juntos, respetarnos, y crear una sociedad abierta y plural, con muchas lenguas y culturas. Eso es para mí La hora de despertarnos juntos.