La cara modernista de San Nicolás y una de las joyas más originales de toda Pescadería, se somete a una puesta a punto. El número 11-13 de la plaza, un inmueble con segundo nivel de protección por su valor arquitectónico, repara sus galerías ante su delicado estado de salud, que contrasta con un interior renovado.

Las obras acaban de empezar, según confirman responsables de la rehabilitación, de la firma Evalo, que tendrán que restaurar sus piezas, algunas podridas, para poder después pintar y devolverles su lustre original. Algunas partes son especialmente delicadas, por su estado y por su diseño, como todo el trabajo de marquetería que tiene una fachada de arquitectura poco comedida. Dada su condición de edificio protegido, las piezas tienen que quedar como una "copia exacta".

Estos antiguos "grandes almacenes" fueron diseñados en 1912 por Ricardo Boén y Callejas. Según la ficha del catálogo del plan especial de la Ciudad Vieja y Pescadería (Pepri), lo más destacable es, precisamente, la "espléndida decoración de sus fachadas", con un "auténtico delirio ornamental aplicado a una composición compleja y asimétrica". Arcos variopintos, diferentes tipos de material, colores variados y ricos repertorios decorativos en los hierros y maderas que ahora se restauran "hacen de él un ejemplo muy singular".

Singulares son también sus cinco plantas, infrecuentes para la época de construcción. La fachada posterior, más discreta, da a la calle Barrera, tiene tres plantas y es simétrica. El total de superficie construida es de 1.005 metros cuadrados. En 1923, ya fallecido Boán, Leoncio Bescansa amplió el ático y añadió una planta bajo cubierta ligeramente amansardada, según explican en la Guía de Arquitectura de A Coruña de Colexio Oficial de Arquitectos, que destaca "el prodigio de fantasía decorativa" de las fachadas y "el carácter decididamente onírico del proyecto".