Dar gracias al señor Ingeniero Jefe de Obras Públicas don Celedonio de Uribe por haberse concluido y puesto ya al servicio del público el muelle-embarcadero de hierro de este puerto; mediante sus incesantes gestiones, impulsadas por el interés que tiene demostrado en favor de esta población". Con estas palabras el "Excelentísimo e Ilustrísimo Ayuntamiento popular de 'A Coruña" en sesión extraordinaria del 10 de octubre de 1870 agradece a Uribe su proyecto de intervención en el borde marítimo de la ciudad. Proyecto que consigue satisfacer los razonables objetivos del Puerto, calado para los buques, y de la Ciudad, espacio para los ciudadanos.

Acuerdo positivo que se logra tras sucesivos enfrentamientos y en un momento de escasez en el país y en la ciudad. En efecto, el proyecto de Uribe prolonga y fija la fachada marítima de la ciudad. Su propuesta de malecón se extiende desde el Baluarte del Parrote hasta la Batería de Salvas, o sea, desde la actual Solana hasta la sede de la Delegación del Gobierno.

La posible urbanización de los terrenos ganados al mar y consiguiente cobro de plusvalías fue objeto de continuos enfrentamientos. En esa época el Ayuntamiento intentó en varias ocasiones edificar en los Cantones. La última en 1870, construyendo bloques de casas particulares a lo largo del Cantón de Polier y de Lacy. A lo que se oponía Uribe. El macizar el relleno hubiera supuesto una pérdida irreparable para la ciudad.

El derribo de las murallas interiores y la formulación de sucesivos ensanches definen el crecimiento de la ciudad. Mientras, la creación de la Junta de Obras dará un nuevo y muy necesario impulso a los planes de desarrollo del Puerto.

Desgraciadamente los sucesivos Planes del Puerto y Proyectos de Ensanche de la Ciudad se formulan sin conexión, de espaldas el uno frente al otro. Lo que conducirá a la imposibilidad de su completa materialización. En este marco se enclava un conflicto de intereses contrapuestos, que sigue vigente y actualizado en nuestros días.

La ciudad en sus sucesivos ensanches ha ido ocupando la ribera del mar, ganando claramente la iniciativa al puerto. Además, la sociedad ha asumido la calidad ambiental como un logro irrenunciable, aspecto que se ve potenciado por el valor emblemático que ha adquirido el medio litoral y la línea de costa en particular. En este contexto, el borde marítimo de la ciudad y la relación de ésta con el puerto adquieren una importancia y significado especiales.

Es un hecho que el puerto y la ciudad de A Coruña participan de un origen común y su evolución en el tiempo es claramente dependiente, no pudiendo explicar su desarrollo de modo aislado. Pero también es una realidad que la percepción que la ciudad tiene del puerto ha ido cambiando. Si en un comienzo el puerto se percibía como un bien y una necesidad, a continuación, al crecer la actividad y agresividad portuaria, pasó a ser un vecino molesto y por último, al final del siglo XX, el puerto se percibe como un problema para la ciudad.

La decisión de la Autoridad Portuaria de construir el puerto de punta Langosteira o puerto exterior materializa un viejo objetivo de la ciudad y del Puerto, sacar de la ría de A Coruña los tráficos contaminantes. Lo que redunda en una importante mejora para las condiciones de vida y desarrollo de la ciudad.

Las obras para la construcción del nuevo puerto comienzan en marzo de 2005 y se encuentran prácticamente finalizadas en su fase marítima. Las obras portuarias son complejas como consecuencia directa de la gran profundidad que alcanzan las obras de abrigo, 35 metros, y de la fuerza de los temporales del Atlántico norte, con alturas de ola significante de quince metros y olas máximas medidas de 27,8 metros.

La inversión total estimada para la obra marítima es de 800 millones. La viabilidad financiera inicialmente planificada se basaba, en primer lugar, en el convenio firmado entre el Ministerio de Fomento y el Ayuntamiento de A Coruña en 2004. De este modo, la financiación, que arrastra problemas desde la firma del primer contrato, se apoya en los Fondos de Cohesión de la Unión Europea, 258 millones; la venta de terrenos desafectados del puerto, estimada en 150 millones; un préstamo del Banco Europeo de Inversiones de 130 millones y un crédito adicional del Instituto de Crédito Oficial de 250 millones.

El puerto ha crecido históricamente a base de incorporar espacios de la ría de A Coruña. Espacios de dominio público que pasan a ser dominio público-portuario, paso justificado precisamente por la necesidad de su uso portuario. La construcción del puerto exterior libera esos espacios del puerto interior y la Autoridad Portuaria pretendía obtener plusvalías mediante la venta de esos terrenos y, en su caso, su paso a dominio privado.

La liberación de espacios del puerto histórico tiene tanta importancia que va a transformar y condicionar el frente marítimo de la ciudad para los próximos cincuenta años. Y la ciudad necesita y está obligada a planificar y definir esa transformación. Es más, el Puerto y la ciudad deben participar en la planificación de los usos y ocupación de la lámina de agua, los muelles y la zona de servicio del puerto histórico.

La ciudad incrementa su relación con el mar, además necesita definir su conexión con los nuevos puertos, el interior y el exterior, por lo que crece su carácter metropolitano. Así mismo, debe aprovechar la liberación de terrenos en la zona de servicio del puerto y resolver problemas de imagen, espacio, dotaciones y transporte.

El puerto histórico, el interior, el de la ría, se transforma. Por una parte, cediendo muelles y espejo de agua a la ciudad, y, por otra, reordenando su tráfico tradicional y acogiendo nuevos tráficos y servicios -contenedores, ro-ro, pesca, tráfico de pasajeros, en sus modalidades de tráfico local, líneas regulares y cruceros, puertos deportivos y de recreo, escalas de buques especiales-. De esta forma el puerto podrá seguir siendo uno de los motores de desarrollo sostenible que necesita la ciudad y su área metropolitana.

A Coruña es una ciudad portuaria y la Ciudad y el Puerto se encuentran en un acelerado e imparable proceso de transformación. Y están condenados a entenderse. En esta coyuntura, el ciudadano espera encontrar un puerto con interés en la ciudad, una ciudad que acoge al puerto y un uso eficaz del actual dominio público, alejado de la especulación urbana. Y todo ello tendrá resultados favorables para el ciudadano.

De la efectiva colaboración Puerto-Ciudad en tiempo y forma depende la positiva creación de la Nueva Ciudad Portuaria de A Coruña.