Un estadio municipal para uso de la gran entidad deportiva de la ciudad. Es una fórmula de titularidad que se repite en la mayoría de instalaciones del fútbol español. Muchos nacieron con una vocación polideportiva pero el paso de los años y la profesionalización les han dado un único uso, el futbolístico. Es el caso de Riazor. Es un convenio el que rige las relaciones del Ayuntamiento como propietario del recinto y del Deportivo como sociedad detentora de su uso exclusivo. El acuerdo en vigor es del año 2000, lo firmaron Augusto César Lendoiro como presidente del club y Francisco Vázquez ni tres meses después de ganar el título de Liga. Con el éxito deportivo en la mano, el exregidor socialista tuvo que sentarse con su enemigo íntimo para actualizar el anterior acuerdo, de 1983, totalmente desfasado.

En este convenio se sustentan las obligaciones y los derechos de ambas partes, tanto en la utilización como en el mantenimiento del estadio, cuyos problemas en la estructura y la cubierta vienen de lejos pero se han ido haciendo insostenibles, afectadas por cada paso de temporal. Su cuarto punto es la formación de una comisión de seguimiento para tratar todo lo relacionado con la importante infraestructura que, lejos de tener una frecuencia estable desde la firma del convenio, ha brillado por su ausencia, con los sucesivos gobiernos locales y con las dos directivas que han estado al frente del club entre 2000 y 2017. De hecho, entre Lendoiro y Vázquez, con conocidas diferencias personales, solo hubo una reunión en 2001 y otra en 2003, forzada por el alcalde para que el Teresa Herrera no coincidiese con los toros ese año como único punto del orden del día.

Dicha comisión de seguimiento "paritaria" tiene por objeto, según el texto, "(a) informar sobre cuantas incidencias puedan surgir por el uso y explotación del Estadio, (b) coordinar las actuaciones en materia de mantenimiento, reparación y reforma, en su caso, de las instalaciones, (c) promover la colaboración mutua en la celebración de grandes acontecimientos deportivos, (d) comunicar el calendario de actividades deportivas, oficiales y no oficiales que se vayan a celebrar en las instalaciones objeto del convenio y (e) estudiar posibles proyectos futuros de servicios e instalaciones". Al igual que los Ejecutivos anteriores, tampoco las reuniones son periódicas con el Gobierno de Marea Atlántica. La comisión se citó una vez y la subcomisión creada especialmente por el problema del contrato de la cubierta no mantiene un encuentro formal desde hace tres meses.

Una de las partes fundamentales del convenio, que otorga los derechos de uso "exclusivo" al Dépor tanto del campo como de los bajos comerciales de su exterior, se refiere a quién puede y debe encargarse de las obras del estadio municipal. Ya en ese momento, y sin obras desde 1997, Lendoiro solicitó una cláusula que eximiese a la sociedad de tener que encargarse de las cubiertas y la estructura dado su mal estado. Lo recordaba esta semana en la Radio Galega: "Yo le dije al entonces alcalde que nosotros no nos hacíamos cargo de la reparación porque estaba muy mal", aseguró el expresidente, quien reconoce que en sus tiempos "tenía mala relación con el Ayuntamiento y no se hizo nada" a pesar de que las instalaciones tuvieron problemas "casi desde el principio".

Efectivamente, el acuerdo de 2000 establece que "el Deportivo asumirá los costes económicos derivados de la conservación y del mantenimiento de las instalaciones (...) con la excepción del mantenimiento de las estructuras metálicas y de las cubiertas de los diferentes graderíos del estadio, que dadas las características especiales de su mantenimiento serán por cuenta del Ayuntamiento". Esta cláusula no estaba incluida en el acuerdo que firmó Jesús Corzo con Francisco Vázquez tras la reforma para el Mundial del 82. El acuerdo actual otorga al Dépor una concesión por 25 años, lo máximo que permitía la ley, con lo que acabaría en 8 años. Establece que el Dépor pague la cantidad simbólica de un euro al Concello.

En la actualidad

El Deportivo reclama el arreglo urgente de la cubierta y la estructura, después de que se tuviese que suspender el partido contra el Betis por los desperfectos que, de nuevo, originó el temporal. La negativa de Dragados a abordar la obra y la posterior decisión del Concello de cancelar ese contrato que adjudicó el Gobierno del PP antes de las elecciones, han dejado en suspenso los trabajos. El Ejecutivo ha prometido que aprovecharán para ir más allá que la mera reparación. El nuevo contrato está aún por licitar. Entretanto, aseguran que hay una labor de "mantenimiento que antes no existía". No son, en todo caso, tareas de revisión regulares, sino reparaciones cuando el club advierte algún problema. Con el fin del temporal, los operarios podrán subir hoy a arreglar las partes de la techumbre levantadas para que el estadio esté listo el próximo partido.

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Daños en las cubiertas del estadio de Riazor por el temporal