El proyecto de la Autoridad Portuaria para la construcción de un edificio de servicios en el muelle de San Diego pone de nuevo de actualidad la historia que se conserva en el fondo de la bahía coruñesa, ya que el organismo está obligado a efectuar un estudio sobre la posibilidad de que aparezcan restos arqueológicos en ese lugar. El informe ha sido ya adjudicado a la empresa Tomos Conservación-Restauración por un importe de tan solo 377 euros y debe estar realizado en el plazo de 45 días.

Donde hoy se halla el muelle de San Diego existió en el pasado el islote que fue conocido como Pena o Illa dos Xudeus, lugar que en la Edad Media fue utilizado por la comunidad judía de la ciudad para enterrar a sus muertos. Pero la construcción del muelle en los años sesenta acabó con esas rocas, en las que en 1869 fueron halladas tres lápidas hebreas que se trasladaron al Museo Arqueológico Nacional, donde permanecen conservadas.

Lápida de Seti, mujer de Don Ishaq El Qarol, descanse en el Edén, puede leerse en la inscripción en lengua judía que figura en una de estas piezas funerarias, que para los expertos confirman que la isla era el lugar elegido por ubicar el cementerio de esta comunidad. A ello contribuía el hecho de que estaba separado del casco urbano y que para acceder a él había que cruzar un río, como exigía la tradición de este pueblo.

El cauce en cuestión era el conocido como de Monelos, que desembocaba entonces junto a donde hoy se levanta la Fábrica de Tabacos y que al construirse esta fábrica fue desviado hacia la actual calle Ramón y Cajal, desde donde discurre hacia el muelle de San Diego, a través del cual sale al mar.

En cuanto a la ubicación de los judíos en la ciudad los historiadores citan dos emplazamientos, uno de los cuales sería el barrio conocido como A Rabiada, que coincidiría con el de Santa Lucía. El llamado Rego dos Xudeus, hoy canalizado entre Vioño y el puerto, bordeaba ese asentamiento, al que acompañaría otro en la actual Ciudad Vieja que se identifica con la calle Sinagoga y de cuya existencia se dudó durante mucho tiempo, aunque fue confirmado con el hallazgo de una carta de 1494 en la que se habla de una judería situada cerca de la Puerta de Aires.

Es más que probable que cualquier tipo de prospección arqueológica que hoy se realice en San Diego no encuentre ningún vestigio de ese pasado judío, ya que los miles de toneladas de relleno vertidas en la zona los habrán hecho desaparecer. Cuando la empresa de arqueología submarina Archeonauta inspeccionó ese entorno mediante inmersiones comprobó que en el fondo existente entre los muelles del Centenario y San Diego hay "una densa capa de fangos que enmascaran los estratos subyacentes evitando cualquier localización de materiales". En el informe elaborado por la compañía se mencionan además los dragados efectuados en esa zona en el pasado, de los que dice que "afectaron a los estratos arqueológicamente fértiles", que considera que fueron "totalmente arrasados", a lo que añade que durante su investigación "no se apreciaron restos arqueológicos de ningún tipo".

El trabajo de Archeonauta hace referencia a la posibilidad de que hubiera restos de origen judío en este enclave, pero también cita la proximidad del edificio de los Correos Marítimos, al que sustituyó la Fábrica de Tabacos, así como del castillo de San Diego, desaparecido en los años sesenta. El documento destaca además que el río de Monelos tuvo que ser el camino más directo hacia el mar desde el Castro de Elviña y que en las cercanías del puerto existen los topónimos Os Castros y O Castrillón, por lo que sería posible que hubiera restos de esa cultura en San Diego, aunque es poco probable hallarlos tras la construcción del muelle.