Fue en 1991 cuando el entonces Ministerio de Obras Públicas proyectó enlazar las avenidas de Alfonso Molina y A Pasaxe a través de Eirís. El objetivo era evitar el paso por el casco urbano del tráfico de vehículos pesados que se dirigía hacia los polígonos industriales y el exterior de la ciudad, así como evitar el largo y complicado rodeo que suponía pasar desde Elviña a Os Castros a través de O Castrillón.

Pero las obras no comenzaron hasta el inicio del siglo XXI, una vez que se amplió la avenida de A Pasaxe, en cuyo cruce de Casablanca se dejó preparado un enlace con la futura AC-10, la vía que uniría el puerto con Alfonso Molina. Y aún hubo que esperar hasta 2007 para que la carretera entrase en funcionamiento, pese a que solo cuenta con 2.900 metros de longitud, de los cuales 400 corresponden al elemento más destacado de esta infraestructura, el túnel de Eirís, que discurre bajo el parque del mismo nombre.

Cuando el 13 de febrero de 2007 la entonces ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, inauguró este vial, el alcalde, Javier Losada, responsabilizó al Gobierno central del Partido Popular de los "ocho años de parón" que a su juicio había sufrido la obra, ya que no se puso en marcha hasta 2004. El regidor aseguró que el túnel haría posible sacar los camiones de la calle Ramón y Cajal, al tiempo que rechazó que esta carretera fuese a perjudicar a los vecinos de Matogrande, quienes habían expresado su temor a un aumento del tráfico en su barrio.

Los datos de la Dirección General de Tráfico sobre la AC-10 referidos al año 2016 reflejan que la intensidad media de vehículos que soportó al mes fue de 12.153, de los que 876 fueron pesados. La cifra es reducida en comparación con las que alcanzan Alfonso Molina y A Pasaxe, pero elevada en comparación con la que alcanzó el vial en sus primeros años, ya que muchos conductores desconocían su utilidad para enlazar ambas avenidas.

El Ayuntamiento de A Coruña acabó además por prohibir el paso de los camiones por Ramón y Cajal, donde su circulación causaba continuos daños en la calzada, aunque finalmente se consiguió que los conductores de estos vehículos dejaran de utilizar ese recorrido. Donde efectivamente se incrementó el tráfico fue en la salida del túnel a la altura de Matogrande, en cuya rotonda de acceso se formaron habituales retenciones debido a la afluencia de vehículos procedentes de todas las direcciones.

Este problema llevó a las autoridades a pensar en la posibilidad de construir un paso subterráneo bajo la rotonda que uniera la AC-10 con la avenida de San Cristóbal, aunque la irrupción de la crisis económica en los años siguientes se llevó por delante este proyecto , al igual que otros muchos semejantes en todo el país.