Tres exempleados de una empresa de telefonía situada en la calle Real fueron condenados a penas de prisión, que no cumplirán a condición de que no delincan durante los próximos cuatro años, por apoderarse de móviles de alta gama. En total, los imputados lograron engañar a la compañía en 2014 y recibir en diferentes domicilios ocho terminales, que fueron valorados en alrededor de 5.000 euros. Los sospechosos reconocieron ante el juez que aprovecharon que habían trabajado como comerciales en la empresa para concebir un plan para "enriquecerse de manera ilícita" a costa de ella. El magistrado relata en el fallo que los acusados se "prevalieron del conocimiento del funcionamiento interno en materia de contrataciones" para llamar a números específicos de la red comercial y solicitar nuevos servicios, "haciéndose pasar por clientes ya existentes y solicitando la entrega de terminales telefónicos financiados".

Para realizar la estafa, los imputados utilizaban datos de los clientes a los que habían tenido acceso e incluso remitieron autorizaciones con fotocopias de DNI y acreditaciones de cuentas bancarias, todo ello con el objetivo de cambiar las direcciones que figuraban en las bases de datos para que los móviles fuesen enviados a las viviendas en las que ellos los recogían. Además, firmaban los albaranes presentados por la empresa de transporte suplantando la identidad de los clientes. Las víctimas no tuvieron que hacer frente a ningún pago porque la compañía, al investigar los hechos, se hizo cargo de los perjuicios económicos que les ocasionó la estafa.

En concreto, los imputados recibieron dos terminales el 3 de febrero de 2014, tasados en 218 y 839 euros; al día siguiente, uno tasado en 414 euros; y, el día 14 del mismo mes, fueron entregados cuatro terminales en dos viviendas, valorados en 839, 667, 621 y 667 euros. El día 5 de agosto de 2014 uno de los acusados telefoneó a la empresa para pedir un móvil tasado en 699 euros y cambiar la dirección de envío. La Policía Nacional, que investigaba los hechos, envió a un agente de paisano, vestido con el polo de la empresa de mensajería, a entregar el pedido. El sentenciado suplantó la identidad del cliente mostrándole una fotocopia de su DNI. Ese día fue detenido.