Javier Saavedra tiene animales desde que tiene "uso de razón", es cetrero y su pasión siempre han sido los anfibios, artrópodos y reptiles, así que, después de haber vivido en Lisboa, en Brasil y en Perú, ha vuelto a casa y, desde el 15 de diciembre, tiene la única tienda especializada en este tipo de animales de toda Galicia.

En el escaparate no hay seres vivos, pero sí una pizarra, como las de los bares, en las que, a falta de menú del día, anuncia el "bicherío del día". Asegura que, a pesar de los colores o de lo feroces que parezcan algunos de los animales a los que cuida con esmero cada día, solo las tarántulas son venenosas, porque todas lo son; el resto no, porque han nacido y se han criado ya en cautividad y eso hace que la comida que ingieren no tenga sustancias nocivas y ellas no generen venenos.

"Quise montar Terrario Irawasi diferenciándome de las demás tiendas de animales, teniendo a los bichos en las mejores condiciones posibles, como en una boutique", explica Saavedra, mientras mezcla mosca de la fruta criada en cautividad -en un recipiente de plástico- con calcio para alimentar a las ranitas de colores que tiene en sus jaulas de cristal. Pero, y ¿qué se necesita para que estos animales que proceden de Latinoamérica, de Asia y de África puedan vivir en cautividad en A Coruña? Javier Saavedra lo tiene claro: "Reproducir su ecosistema natural", así que eso implica controlar temperaturas y humedades tanto de día como de noche.

13

Un trozo de selva en Marqués de Pontejos

Tras los cristales hay una serpiente Morelia de 2,5 metros de longitud. Es un adulto y come ratones. También un Ambilobe Blue Bar, que es un camaleón de Madagascar rayado con colores muy vivos y ejemplares de las ranas verdes de ojos rojos, que son el símbolo de Costa Rica y también un dragón barbudo y un lagarto de los que corre tan rápido que consigue hacerlo por encima del agua. Dice Saavedra que, aunque no se sepa demasiado -porque con estos bichos no se sale a la calle- hay mucha afición en A Coruña a los reptiles, a las arañas y a las ranas, que hay criadores y que muchos clientes compraban por internet lo que ahora él ofrece en su tienda de la calle Marqués de Pontejos.

Le gustan especialmente estos animales porque asegura que son "muy duros, porque son silenciosos, porque no huelen, porque no necesitan que los saquen a la calle", asume que no son la alegría de la huerta, pero les defiende. "¿Y qué compañía hace un pez en un acuario?", la respuesta es casi la misma que para una rana de colores. "No mucha, pero hace bonito".

Saavedra, además de los animales, que pueden valer hasta más de 200 euros, vende todo lo necesario para criarlos y cuidarlos, desde cebos vivos que él cultiva -gusanos, langostas y moscas- hasta lámparas y arenas. Tras los cristales del Terrario Irawasi, en la calle Marqués de Pontejos, descansan algunos de los ejemplares que podrían ser protagonistas de cualquier documental sobre la vida salvaje.